viernes 3 de mayo de 2024
5.4ºc Comodoro Rivadavia

Sordera y Emociones

jueves 09 de noviembre de 2023
Sordera y Emociones

La hipoacusia es la disminución de la audición que puede ser leve, moderada o severa. La sordera es la pérdida total de la audición. Las causas son múltiples. Pero estos problemas auditivos donde muchas veces se suman signos y síntomas como zumbidos o mareos, no constituyen simplemente una manifestación auditiva, sino que pueden provocar otros síntomas como problemas de concentración, de insomnio, soledad, ansiedad e incluso demencia y depresión.

Esto sucede porque la persona con hipoacusia ve tan mermada su calidad de vida que se obsesiona con la idea de apartar los ruidos de su mente. El resultado es una mayor desesperación que puede detonar trastornos psicológicos más severos, como es el caso de la depresión: en la población adulta, sobre todo entre las mujeres y las personas menores de 70 años.

Un estudio publicado en la revista JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery y llevado a cabo por investigadores del Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación, de Estados Unidos, puso de manifiesto que el porcentaje de adultos deprimidos aumenta a medida que la audición empeora. De esta forma, según esta investigación, la pérdida auditiva está vinculada con un mayor riesgo de depresión en personas de todas las edades y es más común entre aquellas que se encuentran entre los 18 y 69 años. Por el contrario, entre las personas mayores de 70 años, el estudio no encontró un vínculo entre hipoacusia y depresión.

La audición es el primer paso del desarrollo de las habilidades de comunicación. Es cómo los niños aprenden a reconocer a sus padres; los bebés comienzan a oír sonidos en el vientre de la madre. La audición también es importante para aprender a hablar, ya que los niños aprenden imitando los sonidos.

Aunque la audición no es la única forma de comunicarnos, la hipoacusia afectará la manera en que hablamos e interactuamos.

Las personas mayores con hipoacusia son más propensas a desarrollar otros problemas, como incapacidad para pensar con claridad o recordar, en comparación con las personas que tienen una audición normal. Como el cerebro es el que interpreta el sonido, cuando alguien pierde la función auditiva, las conexiones en el cerebro que responden al sonido no se reorganizan. Y las situaciones que más describen y que les comienzan poco a poco a complicar su vida diaria son: esforzarse para oír o tiene dificultades para mantener conversaciones, no poder entender si hay ruido de fondo, pedir todo el tiempo que les repitan, entender otra cosa, decir que si o asentir cuando en realidad no escucho o entendió, retirarse de la conversación, leer los labios del interlocutor, evitan hablar por teléfono, ya no escuchan ruidos naturales como el canto de los pájaros o la lluvia caer, suben el volumen del televisor molestando al resto, no saben de dónde vienen los sonidos, empiezan a sentir diferente su propia voz.

No es difícil poder relacionar todas estas dificultades con sensaciones de irritabilidad, enojo, asilamiento y tristeza. Si además consideramos que la sociedad no suele tener paciencia con las personas que no escuchan bien y el paciente con hipoacusia se carga esa mochila, decidiendo muchas veces que su mensaje no llegue, retirarse de un lugar, permanecer sin interacción o directamente no concurrir.

La primera sugerencia es que ante los primeros síntomas de sordera, consulten a un especialista. Si este problema no tuviese tratamiento médico, existen varias opciones de prótesis o alternativas de ayuda.

Comprendemos que nada es fácil, ya que hoy en día es muy costoso adquirir las mismas y las coberturas sociales no están a la altura de las necesidades del paciente. Pero en cada caso el especialista debe informar al paciente sobre todas estas posibilidades.

Mientras tanto el paciente puede recibir consejos tales como: realizar ejercicio físico, mantener una dieta variada y saludable, realizar un hobby, caminar a diario, dormir varias horas en ambientes sin ruido y poca luz, salir a tomar un café a un lugar tranquilo con una o dos personas. Yoga y pilates deberían estar contemplados.

Y nosotros como normales oyentes, hablarles de frente, sin objetos en la boca (caramelo, birome, cigarrillo), usar una articulación clara y abierta, usar una velocidad moderada y a un volumen medio (el paciente necesita más claridad que intensidad) y tener paciencia y consideración ante ellos.

La sociedad también puede ser un motivo más para que la persona hipoacúsica se sienta mal o deprimida. Colaboremos para que esto no ocurra.

Te puede interesar
Últimas noticias