La hora de oro

"El nacimiento no es una enfermedad". De esta manera, hace muchos años, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ponía el énfasis en esa instancia de la vida de una mujer, procurando, centralmente, enfocar el parto como algo natural y evitar que la acción médica interfiriera en ese proceso, con tendencias como el aumento del número de cesáreas.
El porcentaje de nacimientos por cesáreas lamentablemente ha ido en aumento, pero las investigaciones fueron demostrando el impacto de la primera hora del nacimiento, ya sea por parto vaginal o cesárea, puesto que esos momentos son críticos, cruciales, y pueden tener influencia en el desarrollo físico y emocional, tanto en el presente como futuro de ese recién nacido.

La hora de oro

En toda la historia de la humanidad la llegada de un recién nacido a término, sano y vigoroso, era una situación habitual, vivida en el seno de una familia. Progresivamente fue tomando protagonismo la acción médica, hasta convertirse el nacimiento en un "exceso de intervenciones".
No solo se tradujo en operaciones cesáreas innecesarias, sino que en función de evitar infecciones (en el bebé o la madre), partos patológicos, muertes maternas, etc. el nacimiento se "medicalizó" completamente.
No solamente el parto en un ambiente "quirúrgico", sino que el recién nacido era separado de la madre y trasladado para realizarle toda una serie de procedimientos (pesarlo, medirlo, aplicarle inyección, sonda oral, gotas oculares, etc.)
Todo esa "medicalización" fue retrogradando a medida que se fue abordando el nacimiento bajo una visión más humanitaria, integradora, respetando fundamentalmente todos esos momentos iniciales. Es que existe una necesidad fisiológica, de la madre y del hijo, de seguir permaneciendo juntos luego de 9 meses de una "convivencia". El objetivo pasó a ser darle continuidad a esa "unidad". En tal sentido, la primera hora de vida se constituyó en la "hora de oro".

Lo importante

Es trascendente que el recién nacido sea colocado de inmediato sobre el cuerpo de la madre a su alcance, en sus brazos y si el contacto es piel a piel, mucho mejor. Es común observar que el recién nacido (ya sea producto de un parto vaginal o cesárea), presente un llanto intenso, pero se calma inmediatamente al ser colocado sobre la madre. El contacto piel a piel (CoPaP), la voz de la madre, la caricia, y la puesta en el pecho van configurando un escenario que resulta fundamental como punto inicial del vínculo madre-hijo.
Suficiente ese contacto temprano para que el recién nacido mejore la respiración, la oxigenación, mantenga los niveles de glucemia, se reduzca el stress y el llanto, se reduzca la hipotermia, y, fundamentalmente, juega un rol especial en la iniciación de la lactancia materna.
Para que todo ello ocurra, el rol del médico pasa a segundo plano. Todos los actos de pesaje, inyectable, gotas, etc. se deben postergar y toma prioridad esa permanencia del recién nacido con su madre. Es decir que la tendencia es postergar las intervenciones, estimular el CoPaP y privilegiar la puesta al pecho materno.

Presente y futuro

Esa hora inicial representa una etapa crítica que impacta, no solo en la iniciación de la lactancia, sino que también juega un rol en el establecimiento del vínculo, del apego, de la interacción entre ese recién nacido y su madre. Esos 60 minutos de contacto estrecho dejan una señal, marcan un hito, que repercuten positivamente en el entramado del futuro desarrollo del niño.
Hay evidencias que la lactancia materna en la primera hora de vida se correlaciona con una disminución de los casos de muertes neonatales. Por otro lado y según un trabajo publicado en "Lancet", los recién nacidos que permanecen en "contacto piel a piel" en la "Hora de Oro", se acoplan en la posición correcta al pecho materno en un 63%, mientras que en los que permanecieron separados de la madre esto ocurre en un 22%.
Promover la "Hora de Oro" significará entonces, mayor lactancia materna, mejor desarrollo en todos los aspectos y una niñez más sana.