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“Las mentes son como los paracaídas. Sólo funcionan cuando están abiertos”

lunes 31 de octubre de 2022
“Las mentes son como los paracaídas. Sólo funcionan cuando están abiertos”

La realidad, como la gran perpetuadora de nuestros desatinos y desaciertos, nos va envolviendo como una lluvia corrosiva que nos va carcomiendo emocionalmente y debilitando existencialmente, presentándose con distintas máscaras, vislumbrándose como una precipitación de acontecimientos intrascendentes; un apresuramiento innecesario de pensamientos a los que se los impulsa a rodar sin pasar, previamente, por el necesario tamiz de la mesura; como un vértigo existencial que eclipsa la fugacidad de los momentos impidiendo disfrutarlos en su justa medida…
Deepak Chopra sostenía: “Debo recordar mirar siempre un poco por debajo de la superficie, pues una flor no es sólo una flor: es lluvia y arcoíris, nubes, tierra, y la inmensidad del espacio. Luego, debo verme a mí mismo de igual manera”
Una persona, entonces, no es sólo una persona, es todo lo que la va conformando y modelando desde que nace, a través de la cultura que la alberga o la excluye, los pensamientos que la nutren o desvitalizan, los vínculos que la sostienen o derriban, los ejemplos que recibe y se van transformando en el dedo rector que dirige su accionar…
Como una paradoja de la actualidad, conformamos una realidad que nos impele a chocar de frente con todos los despropósitos que vamos dejando atrás, ya que la cotidianidad los vuelve a traer actualizados, repetidamente ante nuestra mirada, una y otra vez…
El doctor Jaime Barylko sostiene que: “La belleza de tus ojos consiste en que ven distinto de los míos”, lo cual quiere significar que lo distinto debería optimizar, haciéndonos ver nuevos enfoques, desde otros ángulos, con otras perspectivas, debería señalar lugares no imaginados, ideas no pensadas, pensamientos no sospechados, razones no supuestas… Y así, desde otras visiones que aporten nuevas miradas, proyectar la trama que nos contenga socialmente, ideando ingeniosas construcciones con la sumatoria de las valías singulares que fomentarían la unión desde la disparidad compartida y valorada, y no la desintegración que surge al desestimar al que piensa distinto, despreciando su aporte y minimizando su significancia en la construcción social.
La diversidad construyendo la unidad, el respeto oficiando de pegamento y la confianza ofreciendo el soporte desde donde apoyarse con seguridad para impulsar el avance. ¡Qué buena fórmula para gobernar! Para lo cual se necesitarían mentes impulsoras, brazos ejecutores, y corazones latiendo al tic tac de la dignidad y la honestidad…
En este punto nos sería muy útil de aplicar el pensamiento de Rudyard Kipling cuando afirmaba: “Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé: sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué”.
Sería, entonces, algo más o menos así… ¿Cómo hacerlo?, ¿cuándo comenzar?, ¿dónde establecer la acción?, ¿qué recursos existen?, ¿quién está en condiciones de aportar a un proyecto de estas características sólo para sumar al mismo y participar meritoriamente de la propuesta? El “¿por qué?” tendría como respuesta la necesidad de que la toma real de conciencia se estableciera en la mente, el corazón y el ánimo de cada uno, para involucrarse en un cambio que –a todas luces- no puede demorarse ni posponerse más, para frenar de una vez por todas la bestialidad masiva con que nos va diseñando el brazo ejecutor de la sociedad actual.
Por lo pronto podríamos comenzar preguntándonos y respondiendo, usando las palabras de Eckhart Tolle: “¿Cómo estar en paz, ahora? Haciendo las paces con el momento presente, el campo donde el juego de la vida sucede”.

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