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De Sudáfrica a Comodoro Rivadavia: los bóers

Al cumplirse el 120° aniversario de la llegada de los primeros colonos sudafricanos a la provincia, compartimos una publicación del libro Crónicas del Centenario.
sábado 04 de junio de 2022
De Sudáfrica a Comodoro Rivadavia: los bóers
Los colonos sudafricanos viajan en el buque Pampa desde Sudáfrica a Buenos Aires. Foto: Felipa Hielkema
Los colonos sudafricanos viajan en el buque Pampa desde Sudáfrica a Buenos Aires. Foto: Felipa Hielkema

Los boers acaban de perder la guerra contra los ingleses en Sudáfrica. En Argentina, el general Julio A. Roca, asesorado por su ministro de Agricultura y Ganadería Wenceslao Escalante, promulga leyes que impulsan el proceso de colonización en la Patagonia. Dos funcionarios del Ministerio –Biedma y Green- hablan con unas familias boers para darles a conocer las características de la región, que por curiosa coincidencia, resultaba parecida a la alta meseta sudafricana, que allá se llama Karoo.

El 3 de marzo de 1902 llega una comisión encabezada por Baumann, desde Comodoro Rivadavia se dirigen a Sarmiento y El Chalía para estudiar las posibilidades de asentamiento.

Los emigrantes

Los boers no sueñan con un nuevo pueblo, sino con un nuevo campo, y más que nada un lugar en el mundo que les permita ejercer la religión y mantener distancia de los ingleses. El horizonte abierto de Pico Salamanca, Pampa Pelada, Río Chico, Sierra Chaira y Sierra Cuadrada, le tiene reservado cañadones para construir sus casas, sus estancias y escuela rural para sus hijos.

La emigración boers hacia la Patagonia se realiza en cuatro etapas, la primera es experimental, las tres restantes más numerosas. El primer grupo está integrado por siete familias con su personal de servicio; entre ellos Luis Baumann, Francisco Behr, Juan Coutler, de Merillac, Calvert, Cook, Greyling, y otros.

Habían llegado a Buenos Aires en el buque Pampa después que éste dejó para los ingleses caballos y mulas; zarparon de Buenos Aires en el buque de la Armada “1° de Mayo”, desembarcando el 3 de junio de 1902, según el diario La Prensa; antes de llegar, en Camarones, Baumann compra caballos y vacas; “los pobladores que vinieron, desilusionados se volverían a Buenos Aires, y desacreditarían el territorio, por el juicio que se formarían al verlos”. (1)

Muy duro es el impacto, pero ya están aquí con todas sus pertenencias Enseguida se establecen en la zona de Pico Salamanca y Pampa Pelada, ya que el establecimiento en el pueblo no era parte del plan; para el 12 de junio los boers trabajan duro para abrir caminos a los carros desde el ‘puerto’ a los campos concedidos. Sin saber están abriendo la huella de lo que después se conoce como la Ruta 1.

El segundo grupo, integrado por 30 familias, llega a mediados de 1903 liderado por Conrado Visser, el tercero y más numeroso llega en diciembre de 1905, a cargo de Martín Venter y el último en 1908.

Algunos regresan a Sudáfrica frente a la decepción de las tierras que encuentran en esta zona, y un grupo más numeroso lo hace en 1935, por las nuevas condiciones políticas en Sudáfrica.

Regresemos a los primeros años. En noviembre de 1903, Visser, Myburgh, Crezce y Fillmore viajan a la zona de Trelew para regresar con 5000 ovejas que compraron a ochenta centavos por cabeza.

La búsqueda de agua se torna en la necesidad más urgente. Francisco Behr encuentra unos manantiales, y marca el terreno para establecerse.

Además de utilizarla para su propio provecho, tanto en el cultivo como en el abastecimiento para el ganado, Behr inicia la venta de agua al pueblo. Más tarde, firma un convenio con la empresa petrolífera estatal para abastecer la necesidad de agua en las perforaciones.

 

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El descontento

La llegada de los boers no produce la felicidad que Pietrobelli declama a través de La Prensa, su corresponsal por estos lugares; lo primero que se observa es el aumento del ganado, pero no es lo único, el gobierno nacional promulga una nueva ley que favorece a los boers, lo que provoca un gran descontento, “varios arrendatarios del interior están decididos a elevar una protesta y una solicitud al gobernador pidiendo que se modifique la nueva ley de tierras, pues se considera injusto que se trate de sacrificar los derechos de los pioners (sic), a quienes se debe principalmente el actual desarrollo de la región. Los colonos de San Martín y de Sarmiento también reclaman de que en la nueva ley no se haya tomado en consideración la condición del clima patagónico, al obligar a los pobres colonos a cultivar con sementeras unos valles áridos durante nueve meses del año”, escribe para La Prensa del 17 de marzo de 1904 su corresponsal.

Un mes después, “según la opinión general, la colonización de los boers ha fracasado por completo, pues carecen de aptitudes. Aquí no se explican como el Ministerio de Agricultura haya podido hacer una excepción tan notable con la supuesta inmigración de los boers, patrocinada por el coronel Richiardi, y que ha costado tanto al tesoro nacional, sin tener siquiera la seguridad de que fuera un elemento de trabajo y progreso para el país.

Dicen los antiguos pobladores que las prerrogativas acordadas al coronel Richiardi no las ha tenido ningún otro, al extremo de que a los argentinos pobres les convendría sacar carta de ciudadanía de boer, para gozar de aquella o ponerse a su amparo”. (2)

 

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La vida en el campo

Sin embargo los colonos boers también tienen una dura vida por delante, viviendas por construir, un presente y un futuro por hacer, campos para alambrar, corrales... dura, muy dura es la vida de esta gente. “El grupo de colonos sufrió enormemente. Aquí no había negros para hacer las tareas más difíciles y oprobiosas. Muchos tenían una esmerada educación impartida desde la óptica bíblica, algunos habían sido militares y aunque campesinos, sus tierras eran más fecundas que el yermo territorio asignado y el clima al que estaban acostumbrados, diferían en mucho del que ahora les tocaba vivir”. (3)

Si bien todos tienen que resolver las mismas cuestiones, la situación económica de los colonos varía de un extremo a otro; dinero, pertenencias y sirvientes marcan las diferencias, “han luchado muchísimo, la gente que vino al principio... hicieron una casita, no había nada de nada, claro que en esa época las mujeres no salían al campo, eso fue después, pero tenían que acarrear el agua de los manantiales, de un canal, todo era difícil, fabricaban su propio jabón, si se accidentaban o se enfermaban se atendían ellos mismos, salvo que fuera algo muy grave”, recuerda en el 2000 la nieta de un colono.

Otra nieta, Elizabeth Pelzer recuerda también que “algunos vinieron con más plata que otros, se veía en lo que traían, algunos no trabajaron tanto como los que vinieron sin nada, porque tenían con qué pagar; mi abuelo era uno de los que vino sin nada... el solo armó corrales de 80 x 100 metros de piedras, cargándolas en el hombro”.

Al pueblo

A fines de 1905 los boers llegan con sus productos al pueblo que llaman Vrok van Dornt –Muerto de Sed-. Por lo menos dos veces al año ‘bajan’, ya sea para dejar la lana para la venta como para comprar mercadería, “venían en carros tirados por bueyes, y hacían el pedido para el año, la mayoría de las veces sólo venían los hombres”.


Al camino –Ruta 1- se suman las gestiones realizadas para la creación del Registro Civil, de la Escuela N° 24, el Registro Civil y un equipo de perforación para buscar agua, a ellos el gobierno nacional les presta más oído que al reclamo de otros pobladores.

El desarrollo económico de las colonias boers motiva a un grupo de ellos a solicitar al Banco Alemán Transatlántico –antecedente del actual Deutsche Bank- a instalar una sucursal en Comodoro Rivadavia.

La presencia de Venter con un negocio de ramos general en calle Rivadavia y 25 de Mayo, la construcción de la Iglesia Reformada, y la figura recordada de la partera Adela Small, son testimonio de que, poco a poco, ven el pueblo una posibilidad de desarrollo.

 

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Extraído del libro "Crónicas del Centenario" editado por Diario Crónica en febrero de 2001.

Referencias

(1)"La Prensa", 13 de junio de 1902. Pág. 6 col. 3

(2) "La Prensa", 17.04.04, Pág. 6, col. 3

(3) Lic. Roberto Horat Miranda. Los boers en la Patagonia.

 

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