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Unas horas sin memoria

domingo 22 de mayo de 2022
Unas horas sin memoria

Estimados: aquí, Agalina, otra semana, con nuevas consultas para responder y el mate como compañía. Me escribe Esposa Preocupada y me cuenta, en primer lugar, que ha elegido este seudónimo por discreción y porque efectivamente la preocupación le quita el buen sueño que solía tener. Desconoce qué alarma interna la ha llevado en los últimos tiempos a despertarse en mitad de la noche y descubrir que su marido no está a su lado, en el lecho conyugal. Cinco noches de fuga, en un mes, le ha contabilizado. El “esposo fugitivo” regresa antes de que amanezca, se desviste y se pone el pijama con movimientos mecánicos, para volver a la cama en absoluto silencio. Y se duerme inmediatamente. Cuando ella, por la mañana, lo interroga, él no recuerda nada. ¿Será sonámbulo? ¿Padecerá algún tipo de amnesia temporal? Esposa Preocupada está decidida: se va a quedar despierta, al acecho, cual detective, para seguir a su marido, en caso de que él vuelva a salir de noche. Necesita develar el misterio. Pero antes, claro, me escribe para conocer mi parecer.

Querida Esposa Preocupada: es una pena que me aporte tan poquita información para ayudarla en la pesquisa. Deduzco, entre otras cosas, que usted no se anima a despertar a su cónyuge cuando vuelve a la cama, temiendo que sea sonámbulo y el sobresalto lo afecte, se vuelva loco o se infarte. Estimada, no le voy a mentir, yo de sonambulismo no sé nada. Pero su mail ha traído a mi memoria un suceso enigmático de la vida de Agatha Christie, la famosísima escritora de novelas policiales y, fiel a mi estilo, se lo voy a relatar con el propósito de inspirarla en su investigación.  

Agatha Miller (tal su nombre de soltera) tomó el apellido (con el que luego se haría famosa) de su primer esposo: el piloto de aviación Archibald “Archie” Christie. La pareja, que se había casado en 1914 y tuvo una única hija llamada Rosalind, convivió en buenos términos el primer tiempo. Luego, la relación se fue deteriorando, entre otras razones, porque a Archie solo le interesaba el golf. Mientras tanto, ella se iba revelando como una talentosa escritora en el género policial y miles de lectores se deleitaban con sus tramas de crímenes y misterios por resolver.

La muerte de su madre, en abril de 1926, sería solo el primer trance que le tocaría vivir ese año particularmente dramático para la novelista. Archie, que la había dejado sola como siempre, apareció meses después para decirle que se quería separar. Resulta que el golfista egoísta se había enamorado de una tal Nancy Neele, con la que, por supuesto, jugaba al golf. Agatha no pudo soportarlo: el 3 de diciembre de 1926 después de una fuerte discusión en la mansión familiar, salió conduciendo su auto. Esa noche no regresó. Al día siguiente encontrarían el vehículo, chocado, con las puertas abiertas, abandonado en un camino cercano. El abrigo de la escritora había quedado en su interior, pero no había rastros de ella. Como si fuera la protagonista de una de sus novelas, parecía haberse evaporado. La desaparición de Agatha Christie provocó una gran conmoción: los diarios británicos de la época se hicieron eco de su búsqueda, en la que participaron más de mil agentes de policía e infinidad de voluntarios. Hasta Sir Arthur Conan Doyle, su colega escritor, colaboró llevando un guante de ella a un médium que pudiera darles alguna pista. Para algunos, todo se trataba de un ardid publicitario para vender libros, para otros era una venganza contra su marido, quien fue interrogado con insistencia puesto que era el principal sospechoso. 

Lo cierto es que, a los once días, el 14 de diciembre, Agatha fue encontrada sana y salva pero desmemoriada. Estaba alojada en el Hydropathic Hotel (como un Spa de hoy) de Harrogate, una ciudad turística. Se había registrado como Teresa Neele (¡el apellido de la amante de su marido!) y no recordaba absolutamente nada. De hecho, había estado comentando con otros huéspedes del hotel el caso de la escritora desaparecida. Tampoco reconoció a Archie cuando fue a buscarla. Luego del episodio, Agatha se refugió en la casa de su hermana intentando reponerse y huir del acoso de la prensa. Recibió tratamiento psiquiátrico y en poco tiempo logró recuperar la memoria. Sin embargo, esos once días permanecieron como una nebulosa que nunca se aclaró y ella no volvió a mencionar lo sucedido, ni en entrevistas ni en su extensa autobiografía.

La llamada Reina del Crimen, madre literaria del detective Hércules Poirot, escribió más de sesenta novelas de este género. En ellas, todas las piezas al final encajan y el lector resuelve el enigma. Por irónico que resulte, en su propia vida quedaron puntos oscuros sin dilucidar. Es que asomarse al abismo de unas horas sin memoria es bastante aterrador, ¿no les parece?

Esposa preocupada: le deseo mucha suerte, espero haberla inspirado, o al menos entretenido.

Hasta la próxima.

Agalina.

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