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Cambios de bando

martes 10 de mayo de 2022
Cambios de bando

 Estimados: reabro como cada semana el espacio de consultas sentimentales (y no tanto), alistada para responder a vuestras inquietudes e interrogantes, con la disposición y empatía que ya conocen. Entre los correos recibidos, rescato hoy la consulta de Ismael, quien me escribe con profunda consternación para contarme las circunstancias que lo llevan a ese estado. Se pregunta Ismael qué error puede haber cometido, cuál ha sido su falla para que suceda en su familia una ignominia tan grave: su hijo menor le ha confesado que ya no es hincha de Huracán, que ahora es de Newbery. Me dice que no entiende cómo es posible que el niño haya cambiado así de camiseta, de club de fútbol, que ignore la tradición familiar y pide mi atinado consejo para saber cómo seguir viviendo con esta espina clavada en el corazón.  

Habituada como estoy a ahondar en los misterios del alma humana, voy a intentar consolar su atribulado espíritu y lo haré a través de un relato, como es mi costumbre. Preste atención, Ismael, porque, aunque le parezca que no encuentra conexión alguna, es probable que pueda extraer del mismo algún atisbo de reflexión, alguna fuente de claridad, de orientación, un esbozo de luz al final del túnel.   

La protagonista de mi relato es Kahina de Mauritania, quien fue una importante líder bereber que nació posiblemente en el año 637. Allá lejos y hace tantísimo tiempo, esta mujer pertenecía a la nobleza de Mauritania, nombre que no se corresponde con los mapas actuales, sino que abarcaba un gran territorio del norte de África. Su verdadero nombre era Dahia o Dihia, pero era llamada Kahina, que significa “adivina” o “hechicera”. Los cronistas la describen como una mujer inteligente y culta, muy respetada e influyente entre su pueblo, de una gran belleza, de tez oscura e impactante cabellera azabache. También se sabe que fue madre de dos hijos. El padre del primero era un griego cristiano y el del segundo, un bereber como ella. Se dice que Kahina disponía de un harem con más de cuatrocientos hombres. Este dato parece poco probable, más bien un invento de sus enemigos árabes, ya que la religión que los bereberes profesaban era el judaísmo. 

Kahina vivió en tiempos del advenimiento del islam y los comienzos de su expansión territorial.  Su pueblo fue víctima de los ataques de los musulmanes y ante la muerte de su líder en una de las batallas, ella, que ocupaba el puesto de sacerdotisa, fue elegida como dirigente de los mauritanos. Reconocida por los historiadores como una astuta guerrera, desplegó sus estrategias y logró llevar a su ejército a la victoria, ya que en 698 derrotó a los musulmanes, que se vieron obligados a retirarse. Sin embargo, como era de esperar, luego de unos años, las huestes del islam regresarían por la revancha con renovadas fuerzas. En el año 702 se libró una gran batalla en el Oasis de Tarfa, a la cual Kahina se presentó aun sabiendo que iba a ser derrotada. En parte lo sabía por sus dotes de adivina, pero también porque estaba informada de la superioridad musulmana. Por eso, la noche anterior al combate, les pidió a sus dos hijos que no la acompañaran, sino que se pasaran al bando enemigo, como un modo de asegurarse la supervivencia. Los dos jóvenes, obedientes a las órdenes de su madre, no solo salvaron sus vidas, sino que con el tiempo hicieron exitosas carreras militares en los ejércitos musulmanes. Uno de ellos fue nombrado gobernador y el otro, jefe de las milicias árabes.

Esta extraordinaria mujer, astuta y valiente, ha sido en parte olvidada por una historia que durante mucho tiempo fue escrita y protagonizada solo por hombres. 

Volviendo a usted, querido Ismael, espero que el relato haya sido de su agrado, y que le haya dado otra perspectiva acerca de los cambios de bando y sus diversas razones. En esa confianza, y con el afecto de siempre, me despido de usted y de los apreciados lectores.

Hasta la próxima,

Agalina

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