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Mary y Margaret

domingo 24 de abril de 2022
Mary y Margaret

Estimados: como cada semana, me encuentran dispuesta a responder una nueva consulta. En estos días, recibí el mail de Rosalía, donde me cuenta que tiene sesenta y dos años, que es divorciada y madre de dos hijos, ya adultos. Rosalía expresa su dilema con llamativa claridad. Como fruto de una larga y profunda reflexión, sabe con certeza que quiere “salir del armario”, es decir revelar su verdadera orientación sexual. Pero no sabe cómo hacerlo, ni qué medios utilizar. Ya ha tomado una decisión, el problema es que no sabe por dónde empezar…

Intuyo, como la consultora sentimental experta que soy, que Rosalía me escribe más para tomar envión que para pedir que opine. Pues bien, sin más preámbulos y fiel a mi estilo, voy a iniciar una narración que tal vez pueda ser inspiradora. Se trata de una historia poco conocida de una de las maestras que trajo a nuestro país Sarmiento, en su afán alfabetizador, entre 1869 y 1898. Ya les he recomendado con anterioridad el libro Las señoritas de Laura Ramos, donde se narran esta y otras semblanzas acerca de las maestras estadounidenses.

Mary Olive Morse, nuestra protagonista, se graduó en magisterio en 1888, a sus veinticuatro años. Luego de trabajar un tiempo en su país, se embarcó rumbo a la Argentina con el objeto de convertirse en una de aquellas maestras sarmientinas. Durante el viaje en barco, Mary conoció a otra joven maestra llamada Margaret Collord, quien se dirigía a Montevideo para trabajar como misionera. La extensa travesía les dio tiempo para conocerse y entablar amistad. A la luz de los hechos posteriores, podemos suponer que también se suscitó entre las jóvenes una mutua atracción. Al despedirse en Montevideo, Mary le dijo a su amiga que, si alguna vez necesitaba empleo, la buscara en Mendoza, que era la ciudad a la que dirigía. Luego de cartearse durante dos años, Margaret aceptó la propuesta. En 1892 llegó a la estación de tren de Mendoza, donde Mary la estaba esperando.

Ambas se dedicaron a la docencia, y vivieron juntas en una casa en Chacras de Coria. Habían comprado una finca de siete hectáreas en esta zona cercana a la capital mendocina, y comenzaron a interesarse en el negocio vitivinícola. Con el tiempo, compraron otra finca donde plantaron olivos y viñedos de uvas malbec y semillón y llegaron a tener incluso una bodega. Se conserva intacta la casa principal donde Mary y Margaret convivieron y el dormitorio que compartían. En esos tiempos difícilmente pudieran hacerlo público, pero para los vecinos y conocidos estaba claro que las maestras eran pareja.

En 1910, se jubilaron de la docencia, donaron sus pensiones y continuaron trabajando en el ámbito vitivinícola y no les iba nada mal. Sin embargo, en 1927, vendieron uno de los viñedos y viajaron de regreso a su país de origen con la intención de radicarse en Florida. El proyecto no resultó satisfactorio para ellas, y en 1930 Mary y Margaret regresaron a Mendoza. Hay quienes dicen que extrañaban la bella provincia argentina, pero es probable que sus respectivas familias no aprobaban el tipo de relación que las unía y que por esa razón decidieron regresar a un lugar donde se las apreciaba y respetaba.

Vivieron cincuenta y tres años juntas y al momento de fallecer, Margaret apenas cuatro meses después que Mary, fueron sepultadas en la zona británica del cementerio de Mendoza. Una al lado de la otra, como habían pedido expresamente.

Al parecer, las dos mujeres vivieron a su modo, con bastante naturalidad para su época. Y resulta que el escándalo no lo protagonizaron ellas en vida, sino un sobrino de Mary, que viajó desde Estados Unidos para los trámites de la herencia. El hombre, al visitar la casa, se enfureció ante las pruebas de la unión sentimental de su tía, que ofendían su estricta moral religiosa. En una enorme hoguera que los vecinos de la finca miraban con asombro, ardieron los libros, las cartas, las memorias de Mary y Margaret.

Rosalía, nada me alegraría más que volver a tener noticias suyas, ya sea que la próxima vez me escriba desde adentro o fuera del armario.

 

Con afecto,

Agalina

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