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“El hombre lucha por avanzar. Hasta que lucha por no retroceder.”

lunes 03 de enero de 2022
“El hombre lucha por avanzar. Hasta que lucha por no retroceder.”

La finalización de un año es un tiempo que invita a realizar un balance sobre la forma en que han sido invertidos esos 365 días de vida. Las actividades realizadas, las vivencias acumuladas, los aciertos y errores cometidos…

Así es como comienzan a desfilar por el corazón y la mente, esa sucesión de imágenes acopiadas en nuestra interioridad, haciéndonos vibrar con distinta intensidad, según las emociones que ellas constituyan.

“Recordar (del latín re-cordis) es volver a pasar por el corazón” sostiene el doctor Jaime Barylko. Entonces, lo que vuelve a pasar por el corazón, cuando es propiciado por una situación -ya sea de forma voluntaria o no- nos produce una movilización interna según la cual el corazón determina en que grado lo sucedido resultó gratificante o doloroso.

Aquello vivido que otorga felicidad, se transforma en parches luminosos, sanadores, que los portamos en nuestra mochila de vida mientras continuaos deslizándonos por nuestro tobogán personal en las arenas del tiempo, constituyendo nutrientes para el alma donde afirmarse en los avatares del destino, resguardo y calidez donde refugiarse en las tormentas del camino, soles en los que entibiarse en las etapas gélidas y desapacibles del andar existencial…

Sin embargo, “nosotros” seguimos siendo los mismos, y la esperanza de cambio parecería estar depositada en los tiempos venideros, en los cuales nos alojaremos con las mismas características que nos presentaron y definieron en el año del que nos estábamos mudando a ese nuevo que imaginamos distinto…

Aguardamos el 2022 despidiéndonos del 2021 con un derroche de energía desplegándose en un vaivén irrefrenable de situaciones, en un breve período en el que parece estar permitido, implícitamente, una diversidad de excesos en todos los órdenes que no respetan ni tiene en cuenta a los demás y que atentan contra todos los buenos deseos manifestados.

Esperamos que en el 2022 cambie la política, la economía, el entorno, la realidad, las circunstancias y, sobre todo, los demás. ¡Que sean los otros los que modifiquen sus comportamientos y actitudes! Y, en tantos casos, nos olvidamos del cambio personal…De uno mismo, sometiéndose a ese esfuerzo ciclópeo de la transformación necesaria.

Tan necesaria como para que la aspiradora de la realidad deje de succionarnos hacia sus dominios…

Para que cada día no pierda su magia de inaugural transformándose en una secuencia vacía y repetitiva de los anteriores…

Para que el respirar no sea un acto inconsciente y se constituya en el aliento de vida que incita a seguirlo…

Para que cada vivencia pueda ser transformada en provechosa, cada encuentro resulte gratificante y las experiencias elegidas se vuelvan sanadoras…

Para que defendamos la determinación de elegir vivir lo que nos haga crecer y ser mejores personas, en lugar de ser arrastrados por las circunstancias determinadas por otros para sus propios beneficios…

Creo que, justamente, es ahí donde todo se desploma, en el momento que transformamos la magia y el misterio de la vida, en esa rutina pegajosa que nos agobia y nos encadena a la noria de las frustraciones…

Involucrarnos en el cambio personal debería ser la primera consigna a plasmar en el listado de prioridades a cumplir en el 2022. Porque, como decía Walt Whitman: “Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante. No permitas que la vida te pase por encima sin que la vivas…”

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