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Luna carcelera

miércoles 13 de octubre de 2021
Luna carcelera

Estimadísimos: una semana más de trabajo para Agalina, ya que me ha llegado una nueva consulta. Esta vez nos escribe Ramón, de Bella Vista, para contarnos sus cuitas. Al parecer, su novia Roxi es muy celosa y controladora, y el pobre Ramón no puede dar un paso sin que ella lo esté acechando. No lo deja salir en grupo a comer un asado, ni a jugar un partido de fútbol, le revisa el celular y le elige la ropa que se tiene que poner. Ramón me cuenta que sus amigos, que ya casi no lo invitan, le han puesto un apodo a su novia, le dicen: Roxi, la toxi.

Nuestro consultante se siente encarcelado en esta relación, y como no se anima a hablar con Roxi, me pide consejo. Y yo, fiel a mi estilo, voy a responderle a través de una historia.

Fíjese, querido Ramón, lo que le voy a contar se relaciona mucho con su situación porque hay dos elementos en común: el amor y el encierro. Y un ingrediente más, que Agalina aprecia especialmente y que incluye cada vez que puede en su consultorio: la poesía. Los protagonistas de hoy son la bellísima zamba “Luna Cautiva” y su autor, el folclorista cordobés José Ignacio “Chango” Rodríguez. Para entender el contexto en el que compuso la famosa zamba, hay que conocer un hecho lamentable que marcó su vida para siempre. Corría 1963, el “Chango” tenía 50 años, ya era un artista reconocido y había grabado varios discos. Nadie podía imaginar que en un festejo familiar por el cumpleaños de su ahijado se iba a desatar una tragedia. Rodríguez había concurrido con su pareja, Lidia “La Gringa” Bay, a la reunión en casa de Juan Pedro Temístocles Álvarez, el padre del cumpleañero y por lo tanto compadre del artista.

No se sabe si en el cumpleaños había globos y torta, pero parece que sí hubo guitarreada, alcohol y cuentas pendientes. Una serie de provocaciones por parte del anfitrión hacia el “Chango” derivó en discusión acalorada y culminó con un disparo. Todo el episodio fue muy confuso y se contaron diversas versiones. El músico siempre dijo que fue un accidente, pero lo cierto es que ese día mató a su compadre.

Rodríguez fue condenado a doce años de prisión, de los cuales solo cumplió cuatro. En una capilla de la cárcel, se casó con “La Gringa”. Y en una celda compuso la zamba, dedicada a ella, plena de poesía y romance, pero también sembrada de referencias a su condición de preso.

Los que saben de letras de canciones dicen que el “tintinear de espuelas” hacía alusión a las llaves del carcelero, los “grillos enamorados” eran sus grilletes y la estrofa donde dice “tuve que hacer un alto por un toro mañero” era clara referencia a lo que le tocó vivir aquel fatídico día. Sin embargo, la belleza de imágenes que pueblan estos versos, hacen pensar que mientras los escribía lograba evadirse de los muros opresores en las alas de la poesía.

Le confieso, Ramón, que cuando escuchaba “acércate a la reja, sos la dueña de mi alma, sos mi luna cautiva, que me besa y se va” siempre creí que era una invitación a la enamorada a asomarse a la reja de su casa porque el cantante venía a darle una serenata de amor. Sin embargo, el que estaba detrás de las rejas era el músico y la mujer, quien lo visitaba en la cárcel.

Por un lado, lamento contarle esto porque, si no había oído historia, ahora que la conoce habrá perdido la inocencia y cada vez que escuche “Luna Cautiva” ya no será lo mismo. Pero Agalina cree que siempre es mejor saber que ignorar, ¿no le parece?

Solo me resta contarle que, tal como adelanté, el cantautor no llegó a cumplir ni la mitad de su condena, ya que fue indultado por el presidente de facto Juan Carlos Onganía, y recuperó su libertad en 1967.

Volviendo a usted, Ramón, pienso que, si el “Chango” Rodríguez, que mató un hombre, fue beneficiado por un indulto, usted bien podría hablar con Roxi para que le conmute la pena o, tal vez, darse una autoamnistía.

Con esta reflexión, me despido hasta la próxima.

Agalina

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