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Una mirada interna

“La memoria más fuerte es más pálida que la tinta más débil”

La frase del título es un refrán oriental
lunes 28 de junio de 2021
“La memoria más fuerte es más pálida que la tinta más débil”

Los días se suceden dejando a su paso el aluvión exasperante de disconformidades de todo tipo. La vorágine cotidiana de enfrentamientos, en todo momento y lugar, no deja un resquicio por el que pueda penetrar un rayo de luz que exorcise los demonios de las confrontaciones constantes que ya, a estas alturas, se han transformado en las “convidadas de piedra” donde agoniza todo aquello que debería propender a la mesura y el equilibrio.
Remiendos, parches, zurcidos y añadidos que tratan de recomponer el deshilachado tejido comunitario, en una sociedad desintegrada que ve desmoronarse, día a día, el porvenir, en el transcurrir de un mísero presente.
Incertidumbre es la palabra que atraviesa el panorama diario y, como una gigantesca nube de negros presagios, deja caer su lluvia tóxica de desesperanza sobre el corazón comunitario.
¿Qué hacer cuando no hay qué hacer, o no se sabe qué hacer, o no se encuentra el camino para el hacer que dignifique, construya y cimiente de solidez el tránsito diario?
El centro de motivación que guíe hacia el logro de las metas, a través del esfuerzo y la superación, ha dejado de ser el faro social titilando su presencia en el derrotero diario, y el despropósito y el vacío existencial son las filosas tijeras que mutilan el árbol comunitario cercenando sus flores y frutos.
Rollo May afirma que: “El ser humano no puede vivir en un estado de vaciedad por mucho tiempo: si no evoluciona en dirección a algo no es capaz de permanecer estancado; las potencialidades reprimidas se convierten en morbosidad y desesperación y eventualmente en actividades destructivas…La experiencia de vacío suele provenir del sentimiento que tienen las personas de su impotencia para hacer algo útil en relación con sus vidas o con el mundo en que viven.”
Entonces, ¿cuál es el sentido de orientación que guía cuando se ha perdido el rumbo social?
¿Dónde está el cable a tierra que sostiene cuando el vacío proporciona la certeza de que todo es una gran masa de inseguridad en la que somos envueltos?
Acosados por los propios temores y angustiados por la realidad descontrolada, vemos desaparecer las certidumbres que darían seguridad a los pasos y templanza al espíritu.
Necesitamos replantearnos cómo podemos liberarnos de tanta presión sostenida que nos va inmovilizando de apatía y desesperanza, antes que el chaleco de fuerza de las circunstancias imperantes, nos dejen sin posibilidad de actuar.
No queda más que detener la destrucción sistemática del día a día y comenzar a construir el “ahora”, ya que en la sumatoria diaria de cada “ahora” se gesta el futuro y el porvenir que nos aguarda. Para andar nuevos caminos, será necesario desandar muchos otros, para dejar de sostener la repetición de los mismos errores que nos trajeron a este presente. Habrá que estrenar inéditas pisadas desarrollando originales actitudes que auguren un novedoso día a día surcado de flamantes posibilidades de crecimiento social y espiritual para todos.
Habrá que condenar al destierro a las raídas y deshilachadas actitudes que ostentan algunos en detrimento de otros, a las deleznables arrogancias y soberbias de los que se sienten imbuidos de poderes “del más allá” para construir las desdichas de los del “más acá”, equilibrando y robusteciendo la vara de la justicia, faro rector que debe guiar sin dilaciones ni equívocos a toda la sociedad.
“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He aquí porqué se nos escapa el presente.” G Flaubert

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