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“No acuses al mar de tu segundo naufragio”

lunes 06 de febrero de 2023
“No acuses al mar de tu segundo naufragio”

El escenario cotidiano nos ve desfilar con los cansados pasos de más de lo mismo, por las mismas huellas conducentes a esos lugares tan repetitivos que-aunque queriéndolos evitar- siempre nos ven llegar sin posibilidad de no hacerlo.

El desánimo generalizado se recuesta en la resignación, a veces; en la apatía, otras; y en la violencia, de una u otra forma, siempre. Violencia que de tan popularizada y extendida nos va dejando como entrampados en los callejones sin salida cotidianos; carentes de certezas sostenedoras; empachados de incógnitas irresueltas; agobiados por desertar de nuestra propia historia, para habitar relatos virtuales en los que nuestra esencia está ausente; desvitalizados de proyectos nutricios; resentidos contra un sistema que nos deshumaniza día a día…

En el mástil cotidiano vemos flamear las estadísticas que, aunque no resuelven nada, tratan de explicar lo que está a la vista de todos con porcentajes que a nadie importan.

Entre tantas cifras y porcentajes que tratan de dibujar una realidad que todos conocemos y padecemos a diario, sin necesidad de pretendidos ropajes que intenten disfrazarla de lo que no es, yo me pregunto si alguien investigó:

¿Cuánto pesa lo intrascendente que cada vez ocupa más lugar en nuestros días?
¿Cuánto mide el vacío interior que se extiende sin contención, a diario?
¿Cuántas nubes forman los pesares en aumento que generan la lluvia de despropósitos que soportamos constantemente?
¿Cuánto lastre va cargando la sociedad en su debilitada estructura corroída y desvencijada, con tantas desinteligencias e inacabables necedades?
¿De cuánta irritabilidad desmedida está formado el destrato con que nos relacionamos socialmente?
¿Con cuántos ángeles caídos y demonios liberados se va poblando el panorama diario, confundiéndose entre la indefensa multitud?
¿De cuántos granos de atropellos y desmanes se va formando el desierto de desconfianza que nos aísla a los unos de los otros?
¿Con cuántas capas de superficialidad se va construyendo la coraza que nos aísla de nuestra esencia?

Y con todos estos pesos y medidas ¿qué estadística podría sacar una conclusión del estado de indefensión y deshumanización a que nos condena esta poco inspirada sociedad de más de lo mismo?

Y, aun así, seguimos “poniendo la carreta delante de los bueyes…”
Albert Einstein decía: “Si me dieran una hora para salvar al planeta usaría 59 minutos para definir el problema y 1 para resolverlo.”

Nuestra sociedad ha invertido esa consigna. Se busca resolver aquello que, previamente, no está definido puntual y certeramente. Se buscan soluciones rápidas, y “para la foto” obteniendo siempre los mismos resultados: cambiar algo para que nada cambie…

Sociedad del parche y del remiendo, donde la ineptitud brilla como un faro que, cada vez más, parece atraer interesados a engrosar sus filas.

El pensamiento de Ayn Rand nos invita a una profunda reflexión: “En nombre de lo mejor que hay en ti, no sacrifiques este mundo a los peores… No permitas que se extinga tu fuego, chispa a chispa, cada una de ellas es irremplazable, en los pantanos, sin esperanza de lo aproximado, lo casi, lo no aún, lo nunca jamás. No permitas que perezca el héroe que habita en tu alma en solitaria frustración por la vida que merecías, pero que no pudiste alcanzar. Analiza tu camino y la naturaleza de tu lucha. El mundo que anhelas puede ser conquistado. Existe, es real, es posible, es tuyo.”

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