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Había una vez…

martes 13 de diciembre de 2022
Había una vez…

 

Leyendo un artículo acerca de un padre e hijo que fueran panaderos en la confitería El Molino, su historia me llevó a recordar cómo era la vida en este país allá por los 50 o 60 y cómo se vive ahora.

Habla de trabajar muchas horas por día, de transmitir y enseñar su oficio al hijo quien aún se dedica con gusto a él. De épocas en las que no conseguía trabajo debido a alguna de las crisis que sufrió nuestro país, de presentarse a cuanto pedido de panadero veía publicado en el diario, de dedicarle horas a esta búsqueda (hizo del buscar trabajo, su trabajo).

Habla de su amor por la esposa (con quien aún sigue casado) y por la familia.

Habla de amor.

En nuestro presente se tiene la impresión que muchos o todos estos valores se han perdido.

Entre ellos, la dignidad de mantenerse por uno mismo, el amor al trabajo y la capacidad de campear las crisis económicas sin queja y sin aflojar. El amor en el matrimonio capaz de superar las inevitables crisis en la pareja y seguir adelante. El guiar y educar a los hijos con responsabilidad y límites. El respeto por las tradiciones.

El amor.

Llegamos a un presente en el que el odio parece estar superando al amor. Vivimos en un constante enfrentamiento entre distintas ideologías, en donde el fanatismo extremista impide la sana discusión o debate de ideas. No hay debate hay guerras.

 Es más frecuente el divorcio de parejas que el “para toda la vida” y la promiscuidad es más valorada que el amor. Como si el sexo libre pudiera reemplazar al encuentro genuino y amoroso.

Un “mundo light” que se maneja en las superficies y desdeña la profundidad.

Un mundo en el que el feminismo extremo ha atacado y desdibujado el rol del hombre, castrándolo, como si la lucha por los derechos de las mujeres consistiera en descalificar al hombre que ya no tiene ni el derecho a ser respetado. Una lucha que en sus bases tiene sentido, pero que se ha transformado en un grotesco ataque desde la rivalidad. Mujeres que se desnudan y defecan para expresarse, mujeres “machistas” que se han olvidado de ser femeninas.

Una sociedad en la que la acción (manifestaciones, piquetes, etc.)  ha reemplazado a la palabra y al pensamiento creativo sublimado, espiritualizado. Una sociedad que el Dr. Luis Chiozza (médico psicoanalista) describe como padeciendo de “espiritupatías”.  Enfermedades del espíritu, de la ética y la moral. Enfermedad del resentimiento, el odio, la envidia, los celos.

Cuando los sentimientos negativos invaden la capacidad de amor, estamos en un problema.

Cuidar del medio ambiente es importante, pero no olvidemos que no se trata solo de proteger la naturaleza. Es también cuidar del medio ambiente humano en el que vivimos cotidianamente. Un medio ambiente que se ha vuelto tóxico y destructivo, que nos afecta en nuestro diario vivir.

Cuidemos el amor.

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