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“Vuelve hacia atrás la vista caminante, verás lo que te queda de camino”

lunes 31 de enero de 2022
“Vuelve hacia atrás la vista caminante, verás lo que te queda de camino”

Cada mañana abrimos los ojos a una realidad concreta que nos aguarda, pero también, a una posibilidad de cambio hacia las necesidades que nos observan esperando su solución.

Algunas reparaciones, ínfimas, pero valiosas, como todo logro, podrán ser realizadas, otras se presentarán como más difíciles de alcanzar y, tantísimas, se nos figuran irrealizables…

Lo lamentable es ver transcurrir el tiempo y, junto a él, la vida, girando en los mismos embrollos, padeciendo las mismas dificultades, estancados en los mismos desaciertos, mientras atravesamos el efímero tiempo terrenal tratando de mantenernos a flote en el mar de las vicisitudes diarias…

Gira la noria de los lamentos, las quejas, los reproches, las culpas endilgadas de unos a otros… “pero el poncho no aparece”. Será porque siempre buscamos en el lugar equivocado lo que queremos hallar o, lo que es peor, buscamos sin saber qué es lo que debemos encontrar…

En los inevitables cruces del camino social se van tejiendo y destejiendo certezas, borroneando trazados que por momentos guiaban dejando luego de hacerlo, voces que presentándose como creíbles, finalmente evidenciaron que no lo eran tanto, algunas; y que no lo eran en absoluto, otras… Conformando todo junto la vorágine social que nos impide pacificar los ánimos, dar claridad al pensamiento y seguridad a los pasos. Anhelando siempre la cordura social que, como el eslabón perdido, se constituya en el punto de encuentro que nos convoque a todos en torno a realizaciones compartidas que nos amalgamen en logros participativos y perdurables.

Pero el tiempo transcurre con su devenir imparable y seguimos sin saber qué hacer. Tal vez porque cuando debimos hacerlo, en el momento preciso, no lo hicimos… y ahora la incertidumbre es un signo de interrogación que se yergue a diario.

Estas situaciones irresueltas, que la espalda comunitaria las va cargando como un peso demoledor, enlenteciendo el paso, frenando el avance, cercenando los logros; necesitan ser abordadas y resueltas definitivamente si esperamos revertirlas en algún momento. Caso contrario, seguiremos viviendo como observadores “padecientes” del sinsentido diario.

El tic tac existencial es la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de cada uno recordándonos que se nos agota el tiempo y con él, las posibilidades de construir  un presente que nos dignifique humanamente, nos  contenga socialmente y  nos  acreciente espiritualmente otorgándonos una reparadora sensación de encontrarnos en el lugar correcto… una sanadora experiencia de recorrer los caminos interiores hacia la propia singularidad para reconocernos en nuestra esencia…un gratificante encuentro con los  mandatos  vitales del aquí y ahora de nuestro paso por estos planos de la existencia, en el escurridizo tiempo del efímero paseo terrenal. Pero el día a día nos muestra qué lejos estamos de ello. Tan lejos que, para muchos, se ha ido desdibujando tanto el camino que les resulta irreconocible, y, para otros, es simplemente desconocido…

La embarcación comunitaria sigue sacudiéndose al garete en el oleaje social ¡y qué lejos está el puerto seguro de la costa!

Abundan las preguntas sin respuestas, los reclamos sin soluciones, las injusticias sin resarcimiento, las frustraciones sin esperanzas y la incertidumbre permanente traza sus tonalidades cada vez más oscuras en el paisaje social.

Miguel de Unamuno sostenía que: “la única forma de darle carácter definitivo al mundo es darle conciencia.”

Tal vez la respuesta a todo lo que nos sucede, consista en ese único camino: despertar la conciencia…

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