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“La esperanza nos dice siempre que el mañana será mejor”

lunes 27 de diciembre de 2021
“La esperanza nos dice siempre que el mañana será mejor”

Llega un tiempo distinto, o que nos gusta creer que lo será, o que deseamos que lo sea… ¡Llega el momento de las fiestas de fin de año! Se presenta delineando ese trazo imaginario que separa el tiempo que fue, del inicio del tiempo que llega. Y lo aguadamos confiando en que lo hará con sus 365 días constitutivos, plenos de nuevas posibilidades, con un respiro para el ánimo agobiado y un renovado acicate para los sueños alicaídos.

Es que la idea de fragmentar el tiempo “cerrando” un período y “abriendo” otro genera la sensación de algo inaugural, portador -tal vez- de lo que se estaba aguardando y no llegó, de lo soñado que no se concretó, de lo planificado que no se hizo realidad…

Sin embargo, la finalización del año, con sus mensajes de paz y amor para todos trae, escondido en la manga del atuendo consumista que nos cubre, una suma de condicionantes que conspiran, en sí mismos, contra todos los bellos deseos que se escuchan.

Las urgencias, amontonamientos y apuros por adquirir -los que pueden- todo tipo de bebidas, comidas y obsequios, preparar diversidad de menús, encuentros para despedir el año, pensar en viajes de vacaciones, cierre de actividades de todo tipo y una interminable sucesión de etcéteras, todo lo cual debe realizarse antes de fin de año, como si el efectuar toda esta actividad tan estresante, en un mínimo espacio de tiempo, constituyera un conjuro misterioso que nos salvaguardara de algún maleficio que pendiera, como la espada de Damocles, sobre nuestras cabezas…

Sin embargo, pese a todo, constituye un tiempo de encuentros diversos y variadas emociones, en las que el alma se regocija y el espíritu se reconforta al pensar en el otro y llegar a él con la palabra cálida y el mensaje emotivo.

Porque… ¿qué sería de nosotros sin el entramado de sueños que nos constituyen, sin el motor de la esperanza que nos conduzca desde el camino de lo que ya ha sido hacia la senda de lo que aún no es? ¿Cómo imaginar los inviernos de la vida sin el calor que- desde nuestra hoguera interior- nos entibia con la energía de las utopías que nos convocan?

Coexistimos con la magia de la vida que siempre sale a sorprendernos desde algún recodo del camino, convenciéndonos de que somos mucho más que las quejas cotidianas, que el desánimo y la frustración, que cúmulos de vicisitudes camino al olvido…

Somos esa reserva interior de sueños, esperanzas y sentimientos que custodiamos, celosamente, en defensa propia…

Somos el fuego sagrado de la vida ardiendo en cada latir, con la chispa eterna de los tiempos…

Con esa chispa, que parecería encenderse más en estas fechas, podríamos iluminar el sentido común para que pueda emerger en el horizonte cotidiano y nos permita reconocer al otro, al semejante, notar su existencia en el panorama diario y emplear la magia de estas fechas para dejar de desvalorizarnos, agraviarnos, humillarnos y molestarnos en todo tiempo y lugar y de todas las formas posibles.

Reconocer y aceptar que “el otro” constituye un límite que no puede ser transgredido ni negado -eso se llama respeto- y, desde allí, comenzar a construir “un nuevo año” a través de “un nuevo hombre…”

Mis deseos, entonces, son que en el 2022 trabajemos para lograrlo…

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