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“La lujuria por el poder es una hierba que crece sólo en los terrenos baldíos de una mente abandonada”

lunes 20 de diciembre de 2021
“La lujuria por el poder es una hierba que crece sólo en los terrenos baldíos de una mente abandonada”

La observancia de la cotidianidad nos da el claro mensaje de la situación en la que se encuentra el pueblo. Sobran las palabras, los discursos, las excusas de cada uno y cada quien sacando el cuerpo a las responsabilidades de lo hecho y de lo no hecho.

Sólo los muy crédulos -suponiendo que a estas alturas quede alguno- puede seguir deleitándose con los cantos de sirena que con su voz meliflua intentan convencer de aquello que, evidentemente, no será realizado.

Transcurre el tiempo y las carencias de todo tipo, cayendo como una lluvia ácida sobre la comunidad, pintan un paisaje de dolor e indignidad donde se obliga a la gente a transitarlo sin posibilidad de no hacerlo.

Cuando el día a día muestra y confirma que el pueblo ha sido saqueado en su presente y su futuro, y condenado sin necesidad de sentencia, se le encuentra total sentido a las palabras del doctor Jaime Barylko cuando afirmaba: “Los niños de todos los bandos siguen muriendo mientras los líderes de todos los bandos continúan pronunciando discursos acerca del Hombre y sus Valores”

Discursos…lideres…bandas… Discursos transformados, cada vez más, en blá blá de la inoperancia. Líderes a granel modelados y sostenidos con las necesidades de la gente, conformando bandos según sus apetencias personales y cambiándose de uno a otro, modificando discursos y “convicciones” sin ponerse colorados…

El pueblo, llevado y traído por los vientos del despropósito, no puede hacer pie, sacudido constantemente por el tembladeral del piso en el que se apoya.

Faltan respuestas honestas fidedignas en un panorama desbordado de preguntas sobre temas que van asfixiando a la comunidad.

Cuando la mentira guía los destinos de una sociedad y el pueblo queda librado a su suerte ¿qué futuro aguarda en el horizonte? La conclusión es evidente.

No hay futuro en el horizonte cuando no hay trabajo que dignifique al ser humano permitiendo construir y engrandecer, con el trabajo de todos, a la Nación.

No hay futuro en el horizonte cuando no hay educación que oficie como “lija” que, puliendo al animal humano, lo capacite para convivir en sociedad, tomando conciencia del respeto necesario e incuestionable por el otro, el semejante, para poder avanzar con armonía por el panorama diario.

No hay futuro en el horizonte cuando la justicia está ausente y cada uno siente, sin lugar a dudas, que está librado a su suerte en el tránsito social por la jungla cotidiana.

No hay futuro en el horizonte cuando el proyecto de vida es, para los que pueden, irse del país, y para los que no pueden, lamentarse de su imposibilidad de hacerlo.

No hay futuro en el horizonte cuando la mente es llenada a diario, del más contundente vacío existencial que atraviesa el ánimo y los comportamientos.

No hay futuro en el horizonte cuando la desesperanza se enciende cada día, como faro rector, en el panorama diario.

Mahatma Gandhi sostenía que: “La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy”

Y León Tolstoy proponía: “Ya que las personas corruptas se unen para formar una fuerza, entonces la gente honesta debería hacer lo mismo”.

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