viernes 19 de abril de 2024
13.9ºc Comodoro Rivadavia

“No debemos permanecer bovinamente impasibles frente a la injusticia”

martes 05 de octubre de 2021
“No debemos permanecer bovinamente impasibles frente a la injusticia”

Transitamos tiempos de desenfrenos y perplejidades habiendo acordado tácita o implícitamente, patrones de convivencia establecidos en una eterna constante de destrato social donde se ha vuelto, tan frecuente como imparable, el uso de palabras y comportamientos que generan esas reacciones que provocan resistencia y terminan causando un clima de malestar generalizado en una realidad que martillea de desbordes el andar cotidiano. Desbordes de excesos, por un lado, y de carencias, por el otro, que tornan asfixiante el panorama diario.

Ya hemos descubierto todas las formas de agredirnos, ridiculizarnos, desvalorizarnos… ahora es tiempo de nuevos aprendizajes: descubrir puntos de acuerdo que nos acerquen, y formas de disentir que no nos alejen construyendo constantes resistencias.

La realidad, como si fuera el pañuelo de un prestidigitador, o las manos de un ilusionista, cubre situaciones y descubre vacíos, queriendo hacer desaparecer “lo que es” ante las miradas, o tratando de transformarlo en algo distinto, aunque imposible de ser creído ni aceptado.
Los “desheredados de la sociedad” son diplomados a diario, a la vista de todos, en un panorama social que los prepara hábil y certeramente para esta condición, llevando su estigma como marca en el orillo.

Me pregunto: ¿qué hacemos, entonces, con lo que no hacemos, cuando lo que no hacemos es lo que deberíamos hacer para modificar esta realidad de locos que tanto “atesoramos”?

¿Cómo hacer para sacar algo en limpio de tanta confusión? ¿Quién podrá rescatarnos del naufragio de la propia singularidad? ¿Cómo podremos recuperar los pedazos de uno mismo escindidos en tanto camino andado sin sentido? ¿Qué fuego entibiará el frío de tanto desánimo y qué soles iluminarán la salida del laberinto en que estamos extraviados?

Chateaubriand afirmaba que: “La justicia es el pan del pueblo: siempre está hambriento de ella.”

Ahí tenemos un “dedo” que señala inexorablemente la respuesta a todas las preguntas que nos podamos hacer. ¡La justicia!... ésa, que nos iguale en los derechos pero, fundamentalmente, de forma inexcusable y perentoria, nos iguale en los deberes. Esos deberes que son acciones a concretar sin posibilidad de no hacerlo, sin excusas que oficien como “pase libre” hacia donde no se debe ir ni hacia lo que no se debe hacer, sin artimañas legales, sin miradas “para otro lado” que actúen como permiso disimulado, como guiño cómplice…

El doctor Jaime Barylko sostenía que: “La sociedad parece buscar desesperadamente el paliativo de los efectos nocivos que ella misma promueve con su sistema de vida que se caracteriza por rasgos de violencia, contradicción ética, masificación, agresión, desestabilización, gregarización.”

Así, las hábiles manos de los artífices sociales nos van modelando como engranajes individuales de la infernal maquinaria social, transformándonos tanto, en especialistas en complejizar todo hasta niveles de absurdidad asombrosos, como baqueanos de los caminos transitados erróneamente, una y otra vez hasta el cansancio, conociendo de antemano hacia dónde nos llevan cada uno de ellos…

Hay tanto para hacer y rehacer, para transformar y reformar… “Pero ¿por dónde empezar? El mundo es tan vasto que empezaré por el país que conozco mejor, el mío propio. Pero mi país en tan grande que será mejor que comience por mi ciudad. Aunque, en realidad, mi ciudad también es enorme. Será mejor que principie por mi calle. No, por mi hogar. No, por mi familia. No importa, comenzaré por mi mismo.” Elie Wiesel

Te puede interesar
Últimas noticias