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Los chicos y la tecnología

miércoles 15 de septiembre de 2021
Los chicos y la tecnología

La tecnología es una buena herramienta...pero no enseña a vivir.

La tecnología no puede reemplazar a la experiencia emocional de jugar y aprender a interactuar con otros nenes, de caerse y volverse a levantar, de descubrir nuestros límites, a que podemos atrevernos y a que no. De entender que los errores tienen consecuencias y aprender de ellos. Tantas cosas ....

Comer tierra, por ej. permitía experimentar con la naturaleza, enseñaba a reconocer sabores y texturas, a diferenciar lo comestible de lo que no lo es, brindaba una riqueza de experiencias perceptivas, sensoriales y cognitivas que mal puede ofrecer un celular.

Es difícil hoy en día alejar a los chicos de las pantallas, muchos padres batallan para lograrlo, pero, sobre todo en época de pandemia y sin escolaridad presencial, pasó a ser uno de los pocos entretenimientos viables.

Sin embargo, es importante y urgente estimular a nuestros chicos a recuperar el encuentro con los estímulos externos y con sus pares, sin dejar de tener en cuenta los cuidados que esta realidad impone.

Educar para la salud no es solamente el uso del barbijo y el distanciamiento, también es el interactuar con el mundo y adquirir experiencias que va a necesitar para su desarrollo.

La presencialidad escolar es necesaria porque somos seres sociales y necesitamos adquirir habilidades sociales en el encuentro con pares y autoridades. Aprender a competir entendiendo la competencia como adquirir las mejores herramientas y capacidades posibles y no como destruir al rival. Aprender a aceptar a la autoridad y a interactuar con educación y respeto. Descubrir el placer de investigar, desarrollando la curiosidad, el placer de crear jugando, de correr y practicar algún deporte, de moverse.

Las pantallas encuentran chicos que se han acostumbrado a vivir sentados, con los ojos fijos en un aparato y que han olvidado mirar a su alrededor y descubrir el gozo de la naturaleza, los rostros de la gente que pasa y sus expresiones, la vida misma en su fluir. Chicos a los que les da pereza moverse, acostumbrados a la pasividad de una vida bidimensional, en la que la imagen adquiere más realidad que la persona.

Triste futuro les espera, olvidados de experiencias como trepar a un árbol, reunirse con los amigos del barrio para inventar travesuras, cazar lagartijas, fabricar hondas o armar un escenario para presentar una obrita inventada ante un público entusiasta. Carritos de rulemanes para tirarse por las cuestas empinadas, carreras de bicicletas, peleas de pandillas barriales, ring- raje…otras vivencias, otra época.

Puede que aquellos juegos se reemplacen por otros y eso estará bien, pero nunca una pantalla podrá ofrecer la riqueza de experimentar la vida en su fantástica y auténtica tridimensión.

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