¿Qué es el turismo social?

Si bien no existe una acepción globalmente aceptada, el turismo social se basa en el principio de igualdad de todas las personas para acceder al disfrute del turismo, sin distinción de su poder adquisitivo o capacidades. Este derecho deriva de las vacaciones pagas reconocidas por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada en 1948, que establece en su artículo 24 que "Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. El Artículo 2° de la Ley N° 25.997, Ley Nacional de Turismo de nuestro país, establece dentro de sus principios rectores que “el turismo es un derecho social y económico de las personas dada su contribución al desarrollo integral en el aprovechamiento del tiempo libre y en la revalorización de la identidad cultural de las comunidades”.

A partir de la declaración de las vacaciones y el descanso como un derecho, surge el concepto de turismo social. A diferencia de otras tipologías o conceptos presentados, no se trata de una variación de la actividad dependiendo de las afinidades sino del ejercicio efectivo de un derecho en sí. Se lo podría definir como aquel cuyo objetivo principal es poner al alcance de todos el aprovechamiento y disfrute de actividades turísticas, especialmente de aquellos que a priori tienen condiciones menos favorables para viajar. Entonces, ¿quiénes son sus beneficiarios? Principalmente, las familias que no cuentan con los recursos económicos suficientes, los jóvenes y estudiantes, las personas mayores y aquellos que padecen alguna discapacidad. En muchos casos, su única posibilidad de viajar es a través de la ayuda de otras personas, organizaciones sin fines de lucro o el Estado mismo.

¿Por qué es importante garantizar el turismo como derecho para todas las personas? No sólo por una cuestión de descanso y distensión. Tener la oportunidad de viajar permite encuentros e intercambios de experiencias y de culturas entre personas de ciudades y regiones diferentes, y momentos de autoafirmación de la identidad y personalidad. Asimismo, el turismo social puede ser una herramienta útil para contrarrestar uno de los principales problemas de la actividad turística que es la estacionalidad. Esto se debe a que las fechas de viaje suelen coincidir con la temporada baja, momento en que las tarifas de los servicios suelen ser más accesibles. También puede ser implementado para dar a conocer destinos emergentes, nuevos corredores turísticos y realizar prácticas de mini turismo.
El turismo social ha aportado al cambio de paradigma de la actividad, vista a veces como frívola y destinada exclusivamente a una minoría, históricamente a la nobleza primero y a la alta burguesía después. Además de ser una herramienta para lograr una mayor equidad en el disfrute del tiempo libre y sus actividades asociadas, a futuro sería importante posicionarlo como un modelo alternativo genuino, en pos de un turismo más equitativo, inclusivo, responsable y sostenible.