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Juan Gelman, luchador, periodista y poeta

Escritor y periodista, no solo logró convertirse en uno de los autores más importantes de su generación por su producción literaria y periodística, sino también por su incansable lucha en pos de la recuperación de su nieta, los derechos humanos, y una sociedad más justa y democrática.
domingo 22 de mayo de 2022
Juan Gelman, luchador, periodista y poeta

Poeta, traductor y periodista, Juan Gelman Burichson nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1930. Hijo de emigrantes judíos ucranios, comenzó a escribir poemas aún siendo un niño. Se dedicó a distintos oficios y en los años sesenta, abrazó su vocación periodística que no abandonó nunca. Tampoco lo hizo con la poesía, la cual ejerció, desarrolló y vivió de una manera intensa, íntima y personal.

 

Gelman periodista

En una entrevista, Gelman contó que había elegido el periodismo “como una forma de vivir de la palabra, algo que con la poesía era imposible hacer”. Sin embargo, desde ambos lados construyó su identidad. “El autor ingresó como redactor en Nuestra Palabra, en el diario comunista La Hora, y fue corresponsal de la agencia china Xin Hua. Integró el grupo de jóvenes que se reunió en torno a la redacción de la revista Muchachos; y con David Álvarez Morgade y otros poetas, formaron el grupo El pan duro. Acerca de aquella confluencia literaria y política, “se han recordado los nombres de Héctor Negro, Hugo Ditiranto, Julio César Silvan; luego Juana Bignozzi, Navalesi, Mase, Wainer, Harispe, Santirso, De Luca, Hierba, Castelpoggi, Reches”, expresó Nidia Orbea de Fontanini, en un artículo sobre la vida del escritor.

Y agregó: “Empezaron a trabajar con el propósito de organizar la venta anticipada de algunas ediciones y al mismo tiempo, difundir sus obras en sucesivos recitales públicos en clubes y bibliotecas de distintos barrios. Así fue como en el Teatro La Máscara, se relacionaron con Raúl González Tuñón que ya era un autor consagrado y decidieron nombrar La rosa blindada a la revista y la editorial que fundaron, por ser el título de uno de los libros del popular escritor”.

Gelman también colaboró desde muy joven en la revista Confirmado y en el periódico Rojo y negro. Su pasión y entrega le valieron los cargos de jefe de redacción de la revista Panorama; secretario de redacción y director del suplemento cultural del diario La Opinión y otros puestos similares en la redacción de la revista Crisis y del diario Noticias. También formó parte del equipo periodístico del diario Página/12.

 

Los años oscuros

En 1967 se incorporó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y, cuando FAR y Montoneros se fusionaron, Gelman viajó al extranjero, ya entrados los setenta, para denunciar públicamente desde allí, la represión y violación de los derechos humanos en la Argentina. Vivió en el exilio entre 1975 y 1988, residiendo alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México.

En represalia, el 24 de agosto de 1976, fuerzas militares secuestraron a sus hijos Nora Eva (20) y Marcelo Ariel (19), junto a su nuera María Claudia Irureta Goyena (19), quien estaba embarazada de siete meses. Todos ellos pasaron a engrosar la lista de desaparecidos de la más sangrienta dictadura cívico-militar argentina.

Gelman volvió clandestinamente al país en 1978, con el objetivo de que un puñado de periodistas pudiera ver lo que realmente estaba sucediendo. Se dice que durante esos años más que escribir, sostuvo una incansable lucha por los derechos humanos y el encuentro de sus hijos. Fue recién en 1990 cuando encontró los restos de su hijo Marcelo en un río de San Fernando, luego del hallazgo del Equipo Argentino de Antropología Forense. Ocho años más tarde, descubrió el dato de que su nuera había sido trasladada a Uruguay, además de dar a luz a una hija en cautiverio (su nieta) y que estuvieron juntas hasta diciembre de 1976.

A partir de esa información, Gelman exigió la colaboración de los estados argentino y uruguayo para encontrarla. En el año 2000 encontró a su nieta, María Macarena Gelman García. “Podrán imaginarse lo que significa esto para cualquier ser humano. Yo mismo puedo sentirlo; soy abuelo”, expresó Gelman en aquel momento.

 “En una entrevista, Gelman contó que había elegido el periodismo “como una forma de vivir de la palabra, algo que con la poesía era imposible hacer”. Sin embargo, desde ambos lados construyó su identidad”.

La poesía como crítica

Paralelamente a toda aquella trágica historia, Gelman continuaba desarrollando su producción periodística y literaria. Con los años, se convirtió en autor de más de treinta libros y fue reconocido con el Premio Cervantes en 2007, el máximo galardón de la literatura en español. También fue galardonado con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (2000), los premios iberoamericanos de poesía Ramón López Velarde (2003), Pablo Neruda (2005) y Reina Sofía (2005).

Como poeta, suscribió al realismo crítico y consiguió un estilo lírico muy particular, cargado de una gran crítica social y de denuncia, entre otras imágenes cotidianas y políticas que develan la indignación ante la injusticia. Entre su producción poética, se destaca Violín y otras cuestiones; El juego en que andamos; Velorio del solo; Gotán; Cólera Buey, así como Los poemas de Sidney West; Traducciones; Fábulas; Relaciones. También son notables otros libros como Exilio, que escribió en colaboración con el autor argentino Osvaldo Bayer; y otros como Hacia el sur; Carta a mi madre; y País que fue será.

Pesar todo: Antología fue galardonada con el premio de poesía José Lezama Lima, que concede la Casa de las Américas cubana. En 2005 publicó una nueva antología, Oficio ardiente, que reúne poemas publicados a lo largo de casi cincuenta años y algunos otros inéditos. Por otra parte, Gelman también era un apasionado de la música y se dio el gusto de escribir en estos géneros: compuso dos óperas, La trampera general y La bicicleta de la muerte; dos cantatas, El gallo cantor y Suertes, y varios LP. También había incursionado en el campo cinematográfico: fue co-guionista del film Los senderos del libertador (1971), que dirigió Jorge Cedrón.

Con 83 años, murió el 14 de enero de 2014 en la capital de México, donde residía con su familia desde 1988. El autor había depositado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado que permanecerá guardado hasta el 3 de mayo de 2050. Se trata de una de las personalidades que deja un objeto personal en la antigua cámara acorazada de la sede central de ese Instituto español.

Fuentes: Suteba / Instituto Cervantes / SEPA Argentina.

 

Cultura.gob.ar

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