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“Hoy es siempre todavía”

lunes 08 de noviembre de 2021
“Hoy es siempre todavía”

Ante la apremiante urgencia de muchos con necesidades básicas irresueltas, y la irritante lentitud de tantos otros, responsables de dar las respuestas, los días desfilan llevándose las oportunidades y la vida.

Somos, socialmente, como representaciones caricaturescas modeladas a través de la tragicómica cotidianidad y plasmadas en el acontecer diario, una y otra vez, indefinidamente, en una realidad que semeja a un juego de encastre donde sus piezas nunca coinciden… a un coro cuyas voces siempre desafinan…a un barrilete aguardando la llegada del viento que nunca se hace presente para poder volar… a una embarcación encallada en los obstáculos de los propios desatinos, de los interminables desaciertos, de las erróneas decisiones y las erráticas conducciones…

El día a día se va configurando con un popurrí de “manotazos de ahogados”, lanzados en cualquier dirección, buscando el sostén que mantenga a flote.

Avanzamos socialmente dibujando con el lápiz de las expectativas y borrando con la goma de las frustraciones.

El tiempo parece detenido en una espera confrontativa donde el presente no puede deshacerse del peso del pasado para caminar resueltamente hacia el futuro. Ese pasado, transformado ya en una carga emocional apoyado en la espalda comunitaria, va enlenteciendo el paso, dificultando la marcha, entorpeciendo el andar, cerrando la puerta hacia lo nuevo, enredando los sentidos para ovillar la madeja de los sinsentidos.

La neblina cotidiana, de pesares constantes, dificultan el andar haciendo surgir esas frustraciones que cobran vida propia y nos invitan a seguir su huella, potenciando la pesada carga del quehacer cotidiano en un itinerario de sueños perdidos a través de realidades invalidantes.
Los laberínticos senderos sociales entorpecen y confunden el andar cotidiano. Y “la costumbre nos sigue tejiendo, diariamente, una telaraña en las pupilas”, al decir de Oliverio Girondo.

La incertidumbre, que según Heidegger es la falta de fundamento, se esparce como una niebla por el panorama social imposibilitando el avance y estimulando el retroceso.

¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que desde las confrontaciones y divisiones no habrá posibilidad de crear un futuro promisorio para todos? ¿Qué características debe tener el árbol social para lograr que allí anide la convivencia pacífica y armoniosa? ¿Y cuál es la responsabilidad de cada uno de los actores sociales para la obtención de ese logro?

Necesitamos clarificar, concretamente, cuales son los comportamientos y actitudes que no deberíamos sostener pero, sin embargo, los cultivamos a diario; y cuáles los que debiendo desarrollar, no lo hacemos.

Alfonso Milagro reflexiona: “No es tan fácil confesarse a sí mismo que uno no quiere hacer las cosas, es mucho más fácil buscar una excusa que nos exima de los compromisos de nuestros deberes. La excusa más fácil es decir no puedo y quedarnos tranquilos, pero en nuestro interior sabemos bien que no es cierto… así, tratamos de serenarnos diciéndonos a nosotros mismos que “no sabemos cómo hacer”...Como esto tampoco serena nuestra conciencia, apuntamos un tímido “creo que no puedo”. Quedan finalmente los tres últimos tramos antes de llegar a la realización de la obra, que son: puedo, quiero, hago. Y, si puedes mucho más de los que estás haciendo ¿no estarás obligado a hacerlo?”.

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