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“Gota a gota se llena la bota… Gota a gota el mar se agota…”

martes 26 de octubre de 2021
“Gota a gota se llena la bota… Gota a gota el mar se agota…”

Los días se nutren de las vivencias cotidianas y van dibujando el mapa emocional por el que socialmente transitamos. No se avizoran caminos seguros. Tampoco señalizaciones que faciliten el andar. La complejidad ha diseñado su propio mapa de ruta habiéndonos conducido a esta realidad que cuesta tanto transitar.
En medio de tantas divisiones sociales hay lazos muy fuertes que nos unen: los del miedo, la incertidumbre, la indefensión…
La crisis en la que socialmente nos encontramos es muy profunda para desestimarla otorgándoles connotaciones inferiores a las que tiene, o implicancias menos reales que la hondura insondable que representa.
“Gota a gota se crean los lagos” señala un antiguo refrán chino, pero también, gota a gota se construyen las historias de vida, se crean las realidades y se determinan los destinos individuales y sociales. Gota a gota, paso a paso, con la sumatoria de actos se potencian los hechos y, en base a los resultados obtenidos, podemos deducir lo acertado o erróneo de los actos ejecutados.
El doctor Sam Keen afirma que “del miedo a los peligros literales emerge un miedo más complejo a los peligros simbólicos”. Los peligros literales que nuestra realidad representa son tan viscerales y apremiantes, en su presencia y continuidad, que los peligros simbólicos crecen por doquier abarcando la totalidad del acontecer social.
Así avanzamos, con los pasos inestables por la incertidumbre, y temerosos ante la inseguridad. ¿Qué andar es el que nos conduce, entonces, y hacia dónde?
Dicen que “el miedo no es tonto, pero tampoco es buen consejero”. Un pueblo temeroso ante la escalada de la pobreza, de la inseguridad, de la violencia, de la incertidumbre, desconfiado y receloso de sus semejantes… ¿qué “lago” está formando con el gota a gota de su cotidianidad?
Con el largo peregrinar de aconteceres diarios se construye una vida, y un destino. Sin oportunidad de volver atrás en el camino andado, pero con la posibilidad de mejorarlo a través de la superación, el esfuerzo y la experiencia; como también de agravarlo y hasta agudizar su deterioro insistiendo en potenciarlo y afirmarlo a lo largo del tiempo.
Las épocas de confusión producen un desorden, tanto más significativo cuanto más sostenidas sean estas, y el acostumbramiento a ello pone su impronta en el ánimo y en los comportamientos.
Con la sumatoria de cada pisada se van conformando las huellas sociales marcando el camino para los que vienen atrás. Casualmente, los que vienen atrás, son nuestros hijos y nietos a los que les queda un legado por demás preocupante.
También ellos deberán lidiar, además, con la contaminación del agua, del aire, del suelo…Tal vez, si pudiéramos trabajar para revertir la contaminación del hombre, en su aspecto moral y mental, podría ser el inicio para lograr el freno a todo lo que nos preocupa y representaría los nuevos pasos necesarios e imprescindibles para lograr un cambio…
Para ello, sería interesante reflexionar sobre el pensamiento de Confucio al sugerir: “Cuando estamos frente a personas dignas, debemos intentar imitarlas. Cuando estamos frente a personas indignas, debemos mirarnos a nosotros mismos y corregir nuestros errores”.

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