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Una mirada interna

“Quiero tener la libertad de ser yo mismo”

La frase del título corresponde a Lin Yu Tang
lunes 23 de agosto de 2021
“Quiero tener la libertad de ser yo mismo”

Los días se suceden enrollando y desenrollando los repetitivos problemas cotidianos, tranzando y destrenzando los significativos dilemas irresueltos, ovillando y desovillando los enmarañados enigmas sociales…
La intrincada realidad es un espejo que refleja fielmente la complejidad humana. Estamos conformados por luces y sombras, esperanzas y desesperanzas, osadías y temores, convicciones y dudas… ¡Somos contradicción en movimiento! energías contrapuestas debatiéndose interiormente, que nos llevan y nos traen según de dónde sople el viento de nuestra emotividad. Tan maravillosos en algunos momentos, como lamentables en otros. Tan llenos de certezas como de dudas. Tan parecidos a Hamlet, con su calavera en la mano, pronunciando su frase: “Ser o no ser, ésa es la cuestión”, en un incuestionable abordamiento del dilema existencia humano, ante la vida. Dudas innatas de la condición humana.
Ser, o no ser… ¿qué? ¿Cuándo somos algo o no somos nada? ¿Se puede ser solamente algo o totalmente nada?
Sabemos que dentro del piélago de capas y más capas que nos conforman de “biología, sueños, química” y de caminos recorridos que llevamos tatuados en el alma y la piel, conformamos un archipiélago de dudas y contradicciones.
Así y todo, somos los hacedores de nuestro camino, los ejecutantes del propio pentagrama de vida, caminantes del exclusivo trayecto vital, pintores de las singulares tonalidades individuales, dibujantes del propio mapa existencial, traductores de los significativos decires que las voces de la intuición nos van “soplando” al oído, diseñadores de los mundos externos con que vamos conformando nuestro andar…
Sin embargo, a veces, parecería que lo olvidamos o desestimamos, actuando como desharrapados existenciales, como desheredados de la propia singularidad, como auto evacuados de la íntima esencia, dando poder a otros para que, con sus manos y propios intereses, rediseñen en nosotros algo distinto de lo que somos, una imagen empobrecida y distorsionada de lo que existe como poder, ignorado tantas veces, en nuestro ser interior. En vez de desarrollar el propio potencial que nos eleve por los peldaños de la propia valoración y autoestima, concedemos graciosamente esa prerrogativa a manos ajenas, muchas veces inescrupulosas, que nos tallan a imagen y semejanza de sus intereses y apetencias personales…
Kierkegaard sostenía que: “el primer paso para alcanzar la libertad interior es elegirse a uno mismo” Pensamientos que, analizados por Rollo May, significan “afirmar la propia responsabilidad por uno mismo y por su existencia. Es la actitud opuesta a una existencia rutinaria”.
A veces, las circunstancias, o los condicionamientos a las disímiles exigencias a las que somos expuestos, nos colocan fuera de nuestra historia, como espectadores ocasionales, mutantes de un diseño original colapsado por una realidad que de tan insidiosa y sostenida termina transformándose en nuestra segunda piel. Pero es una piel que no nos pertenece, por lo tanto, ni nos cubre ni nos protege, solamente nos aísla de la verdadera identidad. Debemos estar alertas para que no quedemos atrapados dentro de ella, como le sucedió al “Caballero de la armadura oxidada” en ese hermoso libro que nos habla “de esas barreras que nos impiden conocernos y amarnos a nosotros mismos”.
Tendremos que estar atentos a las fluctuantes variaciones con que los diversos formatos de la realidad, nos hace desarrollar esa costra aislante de protección que, tantas veces, queda adherida definitivamente a nuestra estructura existencial.
El poeta Rumi afirma: “Ví a muchos seres humanos en los cuales no había ropa, vi mucha ropa en la cual no habían seres humanos”.

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