En el día del Ambiente, debemos reflexionar con responsabilidad

(OPINION) Por Victor Tomaselli*

Hace ya bastante tiempo, cincuenta años, en el marco de una Conferencia en Estocolmo, las Naciones Unidas estableció el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). En ese momento la consigna fue LA TIERRA ES UNA.

Al cumplirse los próximos días ese aniversario, de 50 años, la sede del encuentro de este año vuelve a ser Suecia y la consigna es este año igual que aquella primigenia, La Tierra es Una, que se sintetiza en #Generacionrestauracion.

Esta visión no deja de tener su costado de trampa. Porque aquella visión de hace 50 años se demostró a todas luces limitada. La tierra no es una, hay muchas tierras. Ese es el problema.

Necesariamente tenemos que buscar una nueva visión, de algún modo más elevada, más holística, como se usa decir ahora por decir que es detallada e inclusiva. Si no hacemos el esfuerzo, a todas luces vamos mal.

El medio ambiente nos acostumbraron a verlo como algo externo a nosotros mismos. En realidad SOMOS UNO CON EL AMBIENTE, es decir, el ambiente lo definen un suelo, un clima, y unos seres vivos en ese ambiente. Por eso se llama BIOMA, es decir un conjunto integrado de circunstancias entre las que se cuentan los seres vivos.

Son las circunstancias externas las que determinan algunos factores que actúan sobre los procesos, pero las circunstancias INTERNAS son las que definen el valor o disvalor de esos procesos.

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Entonces en un ambiente dado, la acción del hombre es la que determina los cambios.

En el mundo que nos toca, seguimos haciéndonos cargo toda la sociedad humana de unas condiciones de vida cada vez peores. Esto no es obra de la casualidad. Es obra que el poder lo tenemos mal repartido. Entonces estamos en un momento en que las decisiones sobre el actuar las toman unas pocas compañías internacionales, pero el disvalor de esas acciones recae sobre el resto de la humanidad que las soporta y las paga.

De ese modo, la consigna #Generacionrestauracion tiene valor cuando entendemos que no podemos restaurar para volver a fallar. Entonces llegó el momento de discutir en serio sobre otros valores: sostenibilidad, equidad, por ejemplo.

Lo que quiero manifestar es que la RESTAURACIÓN no se debe acotar a un ambiente, como lejano a los seres humanos, por eso es una trampa que respetar el ambiente es generar ZONAS INTANGIBLES. Respetar el ambiente debería significar ampliar la MATRIZ PRODUCTIVA, bregando por un desarrollo sustentable, equitativo y soberano.

Mucho camino hemos hecho los humanos desde los primeros homínidos, como los queremos caracterizar, a aquellos que representa Lucy, los restos fósiles que tienen 3,5 millones de años. Sepamos que a pocos kilómetros de los restos fósiles de Lucy se encontraron restos fósiles de olivos salvajes, que son coetáneos. Es decir, que el olivo nos estuvo acompañando desde nuestros primeros pasos en este largo camino hasta transformarnos en seres humanos.

Como seres humanos somos imperfectos. Entonces tenemos que recuperar el sentido y volver a preguntarnos a cada paso si las metas son válidas, si el uso de los recursos que hacemos es el mejor.

Pensando que la restauración es lo mismo para todos, lo que en realidad es una ignorancia, porque nunca será lo mismo para todos.

De alguna manera genial, como en muchas cosas, este sentimiento fue sintetizado por Quino, cuando le hacía decir a Mafalda: “En el mundo, todos los seres humanos somos iguales, ALGUNOS MÁS IGUALES QUE OTROS”.

Por eso en este día 5 de Junio podemos asegurar como meta que queremos INSTAURAR nuevas cosas, que el ambiente sea inclusivo, sustentable, equitativo y soberano. Por ejemplo, ese es un desafío a la altura de los tiempos. Así que pongamos #GeneracionInstauracion.

Y volvamos a incorporar el olivo como acompañante de procesos virtuosos, de salud, comida sana y arraigo a la tierra.

(*) Maestro de Almazara en Patagonia, especialista en Aceite de Oliva.