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Gabriela Mistral, un emblema de las letras, la educación y la libertad sexual

lunes 18 de abril de 2022
Gabriela Mistral, un emblema de las letras, la educación y la libertad sexual

Feminista, de orígenes humildes y ascendencia indígena, podrían haber sido características suficientes para que fuera discriminada y excluida según los estándares culturales de la sociedad chilena de su tiempo. Sin embargo, fue la primera –y hasta ahora única– mujer de América Latina en recibir un premio Nobel de Literatura (1945). No solo logró superar las barreras sociales y de género, sino también convertirse en un emblema de las letras, de la educación y de la libertad sexual. En esta nota, homenajeamos y celebramos a una de las escritoras más notables de la literatura castellana.

Escritora, pedagoga y diplomática, Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga nació el 7 de abril de 1889, en la ciudad chilena de Vicuña. De origen humilde, su padre la abandonó a los tres años. Sin embargo, a partir de la publicación en 1908 del poema “Del pasado”, en el diario El Coquimbo, adoptó el seudónimo con el que luego sería internacionalmente conocida, Gabriela Mistral, combinación de dos de sus poetas favoritos: Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral.

A los 15 años, ya trabajaba como ayudante de una escuela. Luego fue maestra, colaboró en distintas publicaciones literarias y empezó con su actividad poética. Así, llegaron sus primeros poemarios: Sonetos de la muerte (1914) y Desolación (1920). Con estos dos, comenzó a tener cierta notoriedad y ganar algunas distinciones, como el Premio de los Juegos Florales: un reconocimiento que organizaba la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Mientras tanto, seguía colaborando con distintas publicaciones. Entre ellas, la revista Elegancias, dirigida por el escritor nicaragüense Rubén Darío desde París.

 

Desde joven comenzó a formarse como una verdadera intelectual y, sobre todo, a tener conciencia de clase, algo por lo que luchó durante toda su vida.

 

Desde joven comenzó a formarse como una verdadera intelectual y, sobre todo, a tener conciencia de clase, algo por lo que luchó durante toda su vida. “Sus lecturas de la Biblia, de autores como Vargas Vila, Martí, Tagore, Junqueiro, Darío, Maritain, de los clásicos españoles y rusos, influyeron en su personalidad. El hecho de ser pacifista, libertaria y feminista le causó problemas. Salió en defensa de Sandino, cuando Estados Unidos amenazaba invadir Nicaragua; luchó por los derechos humanos, el voto de la mujer y la igualdad con el hombre, y pidió al sector femenino que se instruyera para no ser considerada objeto de la sociedad”, compartió el poeta chileno, Sergio Macías, autor del libro Gabriela Mistral o Retrato de una peregrina.

Por su parte, la especialista Caroline Bojarski, de la Université Lumiere Lyon francesa, comentó: “A partir de entonces sus poemas se leyeron en todo el país y a través del mundo, hasta tal punto que la primera edición de su libro Desolación fue norteamericana, al publicarse en Nueva York por el Instituto de las Españas en 1922. La edición chilena se publicó en 1923 en Santiago. Este primer libro es un grito del corazón. Como en prácticamente todos sus versos, podemos encontrar en él muchos de sus sentimientos más íntimos. La pérdida de su primer amor Romelio, que se suicidó de un disparo en la cabeza, dejándole tan sólo una carta en el bolsillo interior de su chaqueta, es un trauma para Gabriela”.

Y agregó: “Los temas principales son la pasión, los celos, la muerte y la fe. En Desolación interpela varias veces al Señor, le pregunta dónde van los que se suicidan, o si pudiera retener su amor, para que pudiera seguir a su lado. En los Sonetos de la muerte dice: ‘Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor’, y luego ‘¿Que no sé del amor, que no tuve piedad? ¡Tú que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!’. Este primer libro es de estilo modernista, también cultivado por Rubén Darío. Hay sonetos alejandrinos, dodecasílabos, endecasílabos (...). Además de las referencias bíblicas hay otro elemento que siempre estará presente en la obra de Gabriela: la naturaleza”.

El suicidio fue un acontecimiento muy cercano en la vida de la poeta. Rómulo Ureta, un funcionario con quien tuvo una intensa relación, se quitó la vida en 1909. A partir de allí, Gabriela quedó muy afectada. Algo que volvería a repetir: Carlos Miguel Godoy Vallejos, según se dice, fue su medio hermano por parte del padre. Al morir su madre, en 1929, Carlos Miguel tenía un hijo, pero repitió la misma historia que su progenitor y el de Gabriela. Decidió abandonarlo y entregárselo a su media hermana​. Gabriela lo aceptó; le decían “Yin Yin” y lo cuidó como su hijo adoptivo. A sus dieciocho años, “Yin Yin” se quitó la vida. Este mismo golpe volvió a vivirlo con algunos de sus colegas y amigos que conocería más adelante, como el escritor austríaco Stefan Zweig y su mujer, quienes se suicidaron por el espanto que les causaba el nazismo y la destrucción de Europa.

Mistral, además de la literatura, tenía otra gran pasión: la educación. Ya con un notable reconocimiento en su país, en 1922, el Secretario de Educación de México y escritor, José Vasconcelos, la invitó para participar de las reformas educativas y la creación de bibliotecas populares mexicanas. Mistral no dudó en viajar. En aquel momento, se dice que el entonces presidente chileno Arturo Alessandri comentó que “había otras chilenas más inteligentes y dignas de ser invitadas a semejante labor”. Vasconcelos, por su parte, respondió mediante telegrama: “Más convencido que nunca de que lo mejor de Chile está en México”.

Mistral, mientras colaboraba en la reforma educativa de José Vasconcelos y antes de viajar por Europa y Estados Unidos, publicó Lecturas para mujeres (1923). Luego, en Barcelona, se imprimió la antología Las mejores poesías. Paralelamente, continuaba con su labor docente, que alternaba con cargos diplomáticos: durante la década de los 30, dio clases en Estados Unidos en el Barnard College, Vassar College y Middlebury College; trabajó en las Universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá; en 1933 fue nombrada cónsul de Chile en Madrid. Cinco años después, publicó mediante la revista Sur de Victoria Ocampo en Buenos Aires, Tala, un libro de poesías dedicado a los niños españoles que fueron víctimas de la Guerra Civil.

Para 1945, con 56 años, la autora ya tenía siete libros publicados. La fuerza de sus poemas hizo que el 10 de diciembre de ese año, recibiera el Premio Nobel de Literatura. Según la academia sueca, “su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano”. Y llegaron otros, como el Premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington (1950) y el Premio Nacional de Literatura de Chile (1951). En 1953 es nombrada cónsul en Nueva York y también delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas.

“Con el dinero que la academia sueca otorga como premio, Mistral se compró una casa en Santa Mónica, California, mientras cumplía su quinto ciclo de vida en Estados Unidos, como cónsul en Los Ángeles. Fue en ese periodo de vida en el que conoció a Doris Dana, una escritora estadounidense que, después de visitar una exposición de la obra de Mistral en el Barnard College, le envió un texto en el que hablaba de Thomas Mann, un escritor a quien ambas admiraban”, comentó Sofía Viramontes para la revista Gatopardo. Y compartió: “A partir de ese momento ambas escritoras comenzaron una relación, en su mayoría a larga distancia, pero que se mantuvo viva a través de correspondencia que se publicó en un libro póstumo, llamado Niña errante. Cartas a Doris Dana”.

Para 1954, Mistral publicó el que sería su último libro, Lagar. Al respecto, Bojarski explicó: “Los temas abordados son los de la muerte de su querido hijo adoptivo Yin-Yin, cuyo suicidio es para ella un acontecimiento tremendamente difícil de superar, pero también la guerra, la naturaleza, la tierra (el valle del Elqui, el Yucatán), la infancia y la locura. En estos poemas sobre la locura, Gabriela revela su incapacidad de ajustarse a las normas establecidas por la sociedad de su tiempo. Hace retratos de mujeres que representan su ser y la lucha personal que lleva a cabo para seguir viviendo. En 1991, se publicó como libro póstumo Lagar II, en el que encontramos también poemas extraídos de los archivos y editados para el centenario de su muerte”.

El 10 de enero de 1957, luego de padecer y luchar largamente con un cáncer de páncreas, Gabriela Mistral falleció en el Hospital de Hempstead, en Nueva York. Luego, aparecieron muchos otros títulos que reunieron parte de sus prosas, rondas, cantos, oraciones y poemas. Actualmente, el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile posee el fondo documental más importante de su obra: 563 piezas, manuscritos, epistolarios, fotografías y otros documentos.

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