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Aimé Painé y el descubrimiento de sus orígenes

La cantante mapuche-tehuelche se convirtió en la voz de los pueblos originarios y, con su música, compartió su cultura en toda América Latina durante los años '70 y '80.
domingo 16 de enero de 2022
Aimé Painé y el descubrimiento de sus orígenes

(NA) Olga Elisa Painé tenía una vida, la de cualquier joven de su época. Luego de pasar varios años en el Instituto Unzué de Mar del Plata, fue adoptada por el empresario y productor teatral Héctor Llan de Rosos y su esposa y, aunque se crió en un ambiente un poco hostil, pudo desplegar su pasión por la música.

Estudió con los mejores profesores y tras mudarse a Buenos Aires, en 1973 ingresó al Coro Polifónico Nacional, donde llegó a ser solista.

Al presentarse en un encuentro latinoamericano en el que todos los países habían preparado una pieza musical de sus pueblos originarios, excepto la Argentina, sintió un fuerte despertar en su interior, que la llevó a querer averiguar quiénes eran sus antepasados.

Así, “Olguita” descubrió que era hija de un hombre mapuche y una mujer tehuelche y que, luego del abandono de su mamá, había sido separada de su comunidad, que vivía en el olvido y la pobreza.

“Saber quién es uno es el principio de ser culto”, repetía como un mantra y se embarcó en la aventura de conocer a fondo sus raíces.

Olga recorrió la Patagonia y en la ciudad de Ingeniero Huergo, en Río Negro, se reencontró con su padre, Segundo, y sus hermanos.

Pero la idea de estar en contacto con sus orígenes no terminaba de satisfacerla. No quería limitarse a un viaje de autoconocimiento, sino que decidió convertirse en una abanderada de su pueblo.

Con ayuda del antropólogo Roberto Casamiquela y de las abuelas mapuche, Olga -que ya se había bautizado como Aimé, que significa “atardecer rojizo” en idioma mapuche- aprendió a cantar en mapudungun, una lengua que casi estaba extinta.

Cambió su apariencia por completo y comenzó a dar conciertos con vestimenta tradicional y dejó la guitarra para tocar el kultrun y las cascahuillas, la pifilca y el trompe.

Así, recorrió el país a lo largo y a lo ancho llevando los rasgos más característicos de su cultura.

La búsqueda por la memoria y la ampliación de derechos para su pueblo la llevó a participar de la Subcomisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se realizó en Ginebra, evento en el que dio un conmovedor discurso en el que plasmó la dura realidad que vivía su gente.

"Desde la invasión española que nos quieren salvar, hoy surgen salvadores por todos lados, mientras que nuestro Pueblo sigue de mal en peor", expresó.

Y meses más tarde presentó un proyecto de ley para que se garantizara la educación bilingüe en todo el país y no se perdieran los idiomas originarios.

Aimé pasó los años ‘70 y ‘80 enfocada en cumplir su misión de llevar su mensaje por toda América Latina y lo logró.

De hecho, contaba con más reconocimiento en el exterior que en su propio país.

Los prejuicios de la época hicieron que nunca grabara un álbum de estudio, aunque existen decenas de grabaciones caseras durante sus conciertos.

Y en plena gira por Paraguay, a los 44 años, murió el 10 de septiembre de 1987 tras sufrir una hemorragia cerebral.

Sus restos fueron enterrados en su querido Río Negro bajo las costumbres de su pueblo.

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