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El Señor del Viento

domingo 10 de octubre de 2021
El Señor del Viento

Por Marcelo Melo Trejo

“Fuertes ráfagas con buenas temperaturas que se mantienen hasta el fin de semana” refleja, bien claramente, un titular del digital de este diario, a mitad de semana. Orgulloso de llegar desde Kilómetro 8, el barrio en que lleva transitados sus 73 años, don Leopoldo “Kelo” Morales arriba, al espacio público frente al Colegio Perito Moreno, con dos libros de su autoría: “Los Kilometrochenses” (relatos de sus vivencias en el tradicional asentamiento de zona norte) y “El viento y yo”. Podría haber venido para narrar su vida y obra en la señera radio LT4, su trabajo vital frente al micrófono. Pero no, lo estimula el concepto central de esta última publicación, con el fenómeno natural que nos brinda identidad como protagonista fundamental y central, y al cual considera elemento desdeñado como fuente de producción, de energía, industrial y hasta turístico.

Hacia el final de la entrevista nos hablará del barrio de toda su vida, el Kilómetro 8, “fue el primero y más importante asentamiento industrial de la Patagonia central, lo digo de haberlo visto, vivido y sentido, había: destilería de petróleo, planta de zinc, fábrica de cemento y cal, lavadero de lana, explotación de gas y espacios verdes. El gobierno nacional les dio concesiones a los alemanes, holandeses e ingleses. Mi barrio fue el más cosmopolita de la región. Nuestros viejos fueron un ejemplo de tesón y capacidad” sintetiza con muchos argumentos positivos.

 

¿De dónde emerge El Señor del Viento?

La gente que me conoce, muchos, lo toman como un título nobiliario, se mofan de El Señor del Viento. En una ocasión, entrando al Banco Francés, una madre con dos hijos, uno de ellos exclama: ‘mamá, mirá, el Señor del viento’. La gente que me conoce, pregunta ¿a qué se debe?. Cuando comencé con el tema de la energía eólica, visitaba las escuelas, los jardines, las secundarias y les hablaba del viento, jugábamos, les pedía que emulen el sonido del fenómeno. Vengo trabajando hace mucho tiempo con este fenómeno natural.

Nací un 27 de Mayo de 1948, y estoy seguro que los postigos de las ventanas golpeaban y mi padre exclamó: ‘tenía que ser el hijo del viento”. Así nace la historia en mí, pero no es tan casual.

Lo proponés como alternativa productiva al agotamiento del petróleo…

Trabajé mucho tiempo en el petróleo, con nuestras camionetas celestes y blancas, recorríamos la zona, y al grito de ‘¡Argentina, Argentina!’, nos desenvolvíamos orgullosos. Al tiempo, me di cuenta, que ese bien productivo es no renovable, se agota irremisiblemente y eso me preocupó muchísimo. Cuando tenía que sacar muestras para llevar al laboratorio, lo que obtenía era 80% de agua de formación geológica y algunos vestigios de petróleo. Entonces, mi preocupación, imaginaba que esto, que ocurría en Santa Cruz, tarde o temprano iba a suceder en mi Comodoro, en el Golfo San Jorge. Y es así, tenemos que estar preparados para los próximos decenios. No me gustaría ser debut y despedida: ‘si, hubo una ciudad que explotó en 100 años el único recurso no renovable y hoy se quedaron en Pampa y la vía, aspiro a mucho más. Soy un enamorado de esta ciudad, en la que me encantó educarme.

Contanos alternativas con el viento como promotor de producción…

En 1983 fui el primer Director de Turismo municipal, ejercí hasta el ’88. Mis conocimientos en el petróleo, me ayudaron mucho para promocionar desde temprano al viento. Tuve un maestro, al que recuerdo con mucho afecto, mi mentor turístico, que fue Antonio Torrejón, que fuera funcionario en Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut y Rio Negro, sabía muchísimo sobre turismo y, de él, siempre me quedó grabada una frase: “el mundo paga por asombrarse”. Entonces, en nuestra ciudad, una de las más progresistas de la Patagonia, no podemos vivir adquiriendo enfermedades psicosomáticas, por no estar de acuerdo con el viento. Éste, es el soplo de Dios, el Señor nos está diciendo, mejor dicho: darnos una segunda oportunidad, ‘muchachos, se termina el gas, el petróleo, ustedes tienen que resurgír, entre otras opciones, con la utilización de las energías alternativas’. Y se fueron dando los aerogeneradores. Y, organicé durante una década, invitando a especialistas locales, regionales, nacionales e internacionales, a disertar en las Jornadas del Viento. Hoy no son secreto, ni misterio, el poder de estas energías, el hidrógeno lo será en el futuro, como vector energético.

 

Hasta Turismo proponés como disyuntiva…

No quiero que pase desapercibida esta tarea que se impuso uno, sobre el poder y posibilidades del viento, que sea una leyenda, que se rescate, se mejore, se amplíe, que podamos recibir a las personas que llegan a la ciudad, los turistas, ofreciéndole diferentes alternativas, divertimentos, recorrer la ciudad turísticamente dando forma al “Circuito Eólico Pedestre”, o sobre móviles, a propósito diseñados, para que sientan y disfruten el viento sobre su humanidad.

Rescato, siempre, a unos turistas mexicanos. Ese día soplaban ráfagas de 100 kilómetros, y pidieron subir al cerro Chenque y la persona que manejaba el vehículo les solicitó que no bajen. No sólo lo hicieron, sino que abrieron los brazos y agradecieron que ésto suceda, manifestando agradecimiento al Señor que ese fenómeno suceda. Afirmaron que en México tenían un smog tan acentuado, que se puede cortar con un cuchillo. Y estar disfrutando esto, que aquí sucede, era fenomenal y lo iban a recordar toda la vida.

 

¿Qué tareas hacés para promocionarlo, trabajarlo?

Por todo esto que te vengo contando, y mucho más, me importa de sobremanera la promoción del viento. En estos días, voy a estar dando una charla en la Universidad del Kilómetro 4, para la carrera de Turismo. Este libro –señala uno de los dos, que trajo a la entrevista en Plaza San Martín- en sí fue escrito viviendo las circunstancias, me expuse al viento que soplaba más fuerte, lo escribí con criterio, cuando hablaba de las actividades deportivas que usufructúan este fenómeno natural, las disfrutamos horrores.

En 1987 se desarrolló en Comodoro, el 7mo. Seminario Nacional de Entes de Turismo, Vinieron de todo el país, fueron tres jornadas, una fiesta maravillosa, me preocupaba porque no teníamos muchos recursos, y me pregunté qué souvenir se podían llevar. Entonces, me acordé de mi época de petrolero, las manchas que nos quedaban, indelebles, le pedí a un amigo, Marcos Aroca, artista plástico nuestro, Dios lo tenga en el cielo y le pido: ‘traeme un litro de petróleo’. Al día siguiente, le pedí a Dolores Ocampo de Morón, queridísima artista plástica y profesora, que me pinte cuadros con esa materia, les entregamos a cada uno de los que tomaron parte, un souvenir genuino, se emocionaron. Eso es lo que quiero, imaginación para superar el desafío, que se va a agotar ese noble producto que nos ha dado muchísimo, y ya tenemos que trabajar en alternativas, sino vamos a encontrarnos en problemas sin soluciones.

 

¿Cuáles se te ocurren?

En el mundo pagan por energías renovables, limpias. Y la energía del viento es la más fecunda en ese sentido, si vos tenes el circuito de energía acorde, va a llegar el momento que, en nuestros hogares, podamos tener instalado un generador de energía, vamos a poder suplir nuestras necesidades. Eso se tiene que dar, pero por ahora es una expresión de deseo. Aunque, en el mundo, ya es realidad. Es inadmisible que todavía no nos hayamos puesto en esa dirección, es como tener un río caudaloso y no poner una turbina, para generar energía.

Necesitamos que, cuando se sienten a planificar, sea gente idónea, no improvisados. Vemos en el país, ciudades fantasmas, por quedarse sin el recurso vital. Tuve por muchos años un programa radial, que se titulaba “Barrio Industrial Humberto Beghin”, mi contacto era directo con los empresarios, comerciantes, productores. En el mundo, y no desde ahora, hace décadas, los países productores se están peleando por ser monopolios, y nosotros nos hemos quedado en la época de las carretas. Tenemos un puerto, y tenemos que pedir permiso a la provincia para controlar calidad y cantidad para vender lo que producimos: no podemos vender pescado en banquina, es una blasfemia.

 

El viento y yo

*Por Kelo Morales

Gente se pregunta si fue casual que me involucrase en la promoción del viento. Y la respuesta es no, existen varias razones, una de ellas: el haber trabajado como técnico en producción de petróleo y haber comprobado el nacimiento de pozos recién perforados, con toda la energía acumulada por siglos, y luego, en el transcurso del tiempo, comprobar cómo declina la producción, hasta su etapa de abandono.

Entonces me pregunto: ¿qué vamos hacer al respecto?. Comencé a interesarme por las energías renovables, como la eólica, en estas latitudes, y el viento, tantas veces vilipendiado y aborrecido hasta el hartazgo, adquiere una dimensión de altísimas proporciones. Me digo: Dios aprieta, pero no asfixia, nos está dando una segunda oportunidad, ya disminuida la producción de petróleo, aparece en escena “el noble viento”, que sopla desde hace siglos, y mueve las aspas de los aerogeneradores (mal llamados molinos, pues en la generación eólica no muele nada), genera energía limpia, no contaminante, energía inteligente.

Fui director de turismo -desde 1983 al 1988- ya entonces promocionaba al Viento en sus distintos estados humorales. Un emocionado reconocimiento a los primeros habitantes: que hace más de 100 años, llegaban a nuestras costas desde otros continentes y provincias de nuestro País, a un páramo desértico, y el viento ululando, que le confería al paisaje un panorama lúgubre. Y, superado el estupor, se pusieron manos a la obra. Hoy habitamos la ciudad más moderna y progresista de la Patagonia central.

Los primeros habitantes no se amedrentaron, se la bancaron. Por esto, me parece de mal gusto, el lugareño que vive despotricando contra el viento, adquiriendo enfermedades psicosomáticas, en lugar de asumir que no se pueden contrariar los fenómenos naturales. Soplaba, sopla y lo seguirá haciendo, por los siglos de los siglos. ¿Qué es lo que no estamos entendiendo? Comodoro ¡presente!

Toda vez que me tocó representar a nuestra amada ciudad en jornadas, congresos de turismo, viajaba con fotografías montadas sobre cartón paspartú, que eran pesadas e incómodas, pero allí estábamos. En la actualidad, un pendrive marca la diferencia, las fotografías eran producto de distintos certámenes, organizados por Turismo. Y se montaba la exposición.

Resultaba inevitable que, en algún momento, me preguntasen por el viento de Comodoro, con un dejo de ironía, tal vez esperando el milagro de su extinción. Y ello, más allá de incomodarnos, nos llevaba a plantearnos nuevos proyectos, nuevas ideas. Así, nace la idea de escribir un libro, cuyo título es: “El Viento y yo”

Y aquí estamos, Comodoro 2021, rodeados de gente entusiasta, que busca formas diferentes de disfrutar en los bellos escenarios naturales que poseemos. Cuando escribía sobre las diferentes prácticas de deportes, veía, leía y comprobaba de qué forma se divertían en el resto del mundo, con el carrovelismo, windsurf, kitesurf, hoy comprobamos espectáculos maravillosos que nos reconfortan en Comodoro y Rada Tilly.

Hay mucha tela por cortar para valernos del noble Viento, confío en las generaciones actuales y venideras, me despido con buen Viento ¡a favor!

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