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Regreso al extinto pueblo Holdich

jueves 09 de marzo de 2023
Regreso al extinto pueblo Holdich

Por Alejandro Aguado
(Texto e ilustración)

 

Hacía 16 años que no regresaba a la extinta estación ferroviaria- pueblo Holdich. Al concretar la tercera edición ampliada de mi libro “Aventuras sobre rieles patagónicos”, que reconstruía la historia del ramal del sur de Chubut, sentí que había agotado el tema. La última visita en 2006 me resultó poco grata. Fue cuando me enteré en el lugar que estaban levantando las vías y durmientes del ramal.

En noviembre de 2022 regresé llevando fotogramas de “La película del rey”, filmada por Carlos Sorín en 1985. Varias de las escenas fueron filmadas en Holdich dos años antes que fuera abandonado definitivamente. En 1987 Antonia Aramburu, la propietaria del comercio conocido como “el boliche de Los Vascos”, se mudó a Comodoro Rivadavia y el paraje nunca volvió a tener habitantes permanentes. La ruta que se tiende junto al extinto poblado, antes ancha, se había reducido a dos huellones. Nos detuvimos inmediatos a lo que fue el boliche y tomé fotos copiando las tomas de los fotogramas, para compararlos con las imágenes actuales. En las de los años ’80 se observaban las edificaciones en perfecto estado y el boliche de Los Vascos en funcionamiento. Cuando conocí el boliche 1995 llevaba ocho años abandonado y por su deterioro parecía que lo habían demolido. Perduraban en pie partes de las paredes. En la actualidad quedaba aún menos. Se reconocían tramos de las bases y fragmentos de algunas paredes, un sótano y las columnas que sostuvieron la puerta de entrada. Entre los escombros se amontonaban latas y botellas de vidrio de cervezas y gaseosas de los años ’70 y ’80. Pese al medio siglo transcurrido no se categorizaban como reliquias.

Continuamos hasta lo que fue el edificio de Correos y Telégrafos. Lo habían despojado de casi todo lo que se le podía quitar. La carcasa perduraba debido a la solidez del concreto con el que lo habían edificado a fines de los años ‘20. Habían utilizado rieles como vigas y columnas. En un sótano profundo se conservaban instalaciones eléctricas y cañerías que posiblemente alimentó una caldera. Su presencia se debió a que un siglo atrás el ámbito rural vecino contaba con numerosos habitantes.

Inmediata se situaba la vivienda de material para el personal ferroviario de Vías y Obras. Fue edificada de espaldas al viento, con dos habitaciones amplias y dos menores a los lados. Se podían encontrar otras idénticas en las estaciones Escalante, Cañadón Lagarto, Valle Hermoso, Parada km 162 y Colhue Huapi. Una de las habitaciones menores se había derrumbado parcialmente. Era la que en 1995 un vecino de Diadema utilizaba para residir los fines de semana. La había acondicionado para que fuera habitable. En el frente de la edificación se leía la frase “Galería Holdich”. En las paredes del frente y en el interior se notaban los rastros de dónde habían pegado fotos, dibujos y pinturas. Artistas de Comodoro Rivadavia y Rada Tilly en el año 2015 lo utilizaron para realizar una exposición – intervención artística. Fue un hecho muy original porque momentáneamente volvió a la vida al paraje, otorgándole un nuevo sentido. Aún se notaba la silueta de una persona pintada a tamaño natural. Esa figura, como me lo transmitieron varios lectores, había generado una historia paranormal. Hubo quienes al circular por la ruta junto al poblado creían ver un fantasma junto a las ruinas.

La construcción circular que sostenía un gran tanque de hierro, el que se utilizaba para suministrar agua a las locomotoras, permanecía igual que en décadas previas. Sólo le faltaban las puertas de madera. Desde lo alto del tanque de hierro se dominaba una panorámica del entorno. Las edificaciones se veían insignificantes en la planicie del desierto en las que fueron dispuestas. Hacia el este la meseta se interrumpía dando paso a faldeos de pendientes pronunciadas que desembocaban en cañadones y valles. También permanecía igual a los años ’90 el andén y las bases que albergaron la estación de chapa del ferrocarril.

La ruta parecía en estado de abandono pero mientras estuvimos en el paraje pasaron varios camiones y numerosas camionetas de estancieros y petroleros que venían o iban hacia la zona petrolera de Las Heras (Santa Cruz). Dos hermanos llegaron en motos. Viajaron desde Comodoro Rivadavia para conocer el lugar. Según comentaron mi libro sobre el ferrocarril les había servido de guía. Habían nacido en Mendoza pero llevaban tantos años en la región que se consideraban patagónicos. Compartíamos el gusto por explorar los territorios de tierra adentro.

Cuando el día comenzaba a declinar nos sentamos a tomar mate en la vereda del edificio de Vías y Obras. Nos acompañaba la silueta-fantasma. Demorábamos el momento de la partida porque nunca se sabe si se regresará.

Para quien no conoce la historia de Holdich o no tuvo experiencias relacionadas con el lugar, al visitarlo observará edificaciones en ruinas, situadas en un paisaje de estepa. Le podrá resultar una visita a un lugar pintoresco. Para mí representaba mucho más. Retornar fue como reencontrarse con un viejo amigo. Resultó bueno saber qué fue de él y constatar que sigue presente.

El viaje continuó por un Holdich más antiguo que se situaba en el opuesto del desierto donde se dispuso el poblado. Esa es otra crónica.

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