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Un Ford T “a bigote” del Campamento Astra se transforma en el primer colectivo del país

lunes 26 de septiembre de 2022
Un Ford T “a bigote” del Campamento Astra se transforma en el primer colectivo del país

Luego de la publicación realizada por diario Crónica respecto al Día Nacional del Colectivo, llegó a la mesa de redacción un aporte de la dra. Tzenka Guenova quien recordó parte de un estudio publicado en la ciudad, en el que se destaca la tarea realizada por Gerado Van Herden -vecino “boer” del Campamento Astra- quien, en 1918 o sea diez años antes de la fecha que se tiene como el inicio de circulación de los “colectivos” en Buenos Aires, ya realizaba una tarea similar uniendo diferentes sectores de la incipiente Comodoro Rivadavia.

Con su reformado Ford T “a bigote”, Van Herden tenía días y horarios establecidos para el servicio de transporte de pasajeros -seis como máximo- uniendo el Campamento de Astra con Compferpet -Kilómetro 8-, el Pueblo Presidente Ortíz -actual Kilómetro 5- y el Yacimiento Fiscal -el hoy conocido como barrio Mosconi-, lo que brindaba la posibilidad del traslado de personas los días en que ese trayecto no era cubierto por el ferrocarril.

Cubriendo ese recorrido con pasajeros que subían y bajaban, de acuerdo a su necesidad y abonando una tarifa establecida, Gerardo Van Herden se transformaba en el primer colectivero y su Fort T en el primer coche colectivo no solo de Comodoro Rivadavia sino de todo el país, dato que debería conocerse ampliamente y “cambiar la historia establecida” que marca a Buenos Aires como lugar nacional donde, gracias a la inventiva de un taxista y en el marco de una crisis económica mundial, comienza a funcionar el primer colectivo en Argentina, un 24 de septiembre de 1928.

Cabe aclarar que aquellos Ford T denominados “a bigote” eran los que tenían dos pequeñas “palanquitas” en el volante: una era el acelarador y la otra el avance del encendido.

El Ford T las tenía e incluso su único acelerador estaba ubicado en el volante, porque no contaba con uno de pie. Cuando los carburadores y los sistemas de encendido mejoraron esas “palanquitas” fueron quitadas de los volantes.

El acelerador de mano quedó como un accesorio, pero ubicado en el tablero, por muchas décadas en varias marcas de automóviles. Su función, básicamente, era mejorar la marcha en frío del motor en los primeros minutos luego del arranque.

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