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La familia Escribano y La Proveeduría: un supermercado con identidad comodorense

miércoles 23 de febrero de 2022
La familia Escribano y La Proveeduría: un supermercado con identidad comodorense
Alberto Escribano, hijo de Felipe Escribano, fundador de supermercados “La Proveeduría”.
Alberto Escribano, hijo de Felipe Escribano, fundador de supermercados “La Proveeduría”.

Al hablar de la historia grande de Comodoro Rivadavia, hay algunos apellidos que hay que mencionar sin falta. La familia Escribano es una de las familias más antiguas de esta ciudad, un grupo de personas que empezó como muchos en la capital petrolera: desde abajo. Parece uno de esos dichos que acostumbra decir la gente más grande: “empezaron de abajo”. En efecto, esta frase popular que muchos usan para referirse a personas muy trabajadoras, en Comodoro es una realidad, porque muchos son los que llegaron con nada a Comodoro y, poco a poco, trabajando arduamente, lograron mucho. Así puede resumirse la historia de la familia Escribano. En esta nota, Alberto, uno de los cuatro hijos de Felipe, el fundador de “La Proveeduría”, rescata lo mejor de la historia familiar.

¿Acaso alguien podrá alguna vez olvidar el gusto del pan recién horneado que se compraba en La Proveeduría de Kilómetro 3? Lo vendían calentito, recién sacado del horno. La fórmula, que resultaba infalible y atraía a muchos clientes que esperaban ansiosos su turno para poder comprar el producto, tenía un secreto bien guardado, un secreto que Alberto Escribano le confió a Crónica hace algunos días, cuando estuvo presente en la sala de entrevistas del diario. “El leudado”, confesó uno de los dueños del histórico supermercado comodorense.

El pan, el fiambre y las carnes, fueron tres cosas que se convirtieron en una marca registrada de supermercados La Proveeduría, un negocio familiar que tuvo sus orígenes a fines de la década de los cincuenta. Alberto Escribano cuenta que el fundador de la cadena familiar fue su padre, Felipe, y también destaca la importancia superlativa que tuvo su hermano, Felipe Oscar, que ni bien terminó el secundario se puso la empresa al hombro y ayudó siempre a su papá. Si bien el padre del clan Escribano no estuvo presente durante el apogeo de la firma local, fue el encargado de sentar las bases de la gran cadena de supermercados que marcó un antes y un después en Comodoro Rivadavia.

“Los dos pibes”

Previo al nacimiento de La Proveeduría, en la intersección de las calles Italia y Ameghino, nació otro reconocido local comercial: “Los dos pibes”. “Ese fue el nombre que se eligió. En ese momento, mis otros dos hermanos no existían, solo estábamos Felipe y yo. Mi madre, Celestina, mi tía Galona y mi tío Emilio Milkovic, que se había casado con la hermana de mi padre, eran los que estaban al frente del negocio. A la par, mi hermano Felipe y yo ayudábamos”, recordó Alberto Escribano sobre el tradicional negocio familiar de calles Italia y Ameghino.

“Un día, el almacén dejó de funcionar, mis padres lo vendieron a la familia Guerreiro, los dueños de la panadería ‘La Muñeca’. Los conocían desde antes, ellos tenían un local en Diadema. A escasos veinte metros, mi padre tenía un depósito que había hecho un galpón de materiales. Ahí fue cuando empezó con su negocio mayorista. Acompañado por mi hermano Felipe, ellos siguieron con esto. Felipe no quiso ir a estudiar a Buenos Aires, se quedó a ayudar a mi padre. Ahí fue cuando nació realmente La Proveeduría.

Fue creciendo de a poco, hasta que se incorporó mi hermano Eduardo, contador igual que yo. Eduardo se metió de lleno en el negocio y creó el primer supermercado mayorista en Barrio Industrial, donde ahora está Arcor. El tiempo pasó y seguimos creciendo, hasta que se alquiló el local en donde funcionaba la fábrica de elásticos y amortiguadores Brazao, ellos tuvieron un traspié económico y nosotros alquilamos ese local”, contó Escribano.

¿Por qué el nombre “La Proveeduría”?

El nombre de la tradicional cadena de supermercados local tuvo su origen con una suerte de comparación que se le ocurrió a Felipe Oscar Escribano. “Lo eligió mi hermano, emulando a la proveeduría de YPF, que en Comodoro era considerada como un lugar de abastecimiento general. Tenía sucursales en todos los campamentos del país. El nombre nació así, queríamos dar una imagen de una empresa que podía proveer, que tenía buenos precios, algo que estuviera al alcance de todos. Fue una ocurrencia de ‘Biucho’, mi hermano”, planteó Alberto Escribano.

En otro tramo de la entrevista con este diario, Alberto Escribano habló sobre el nacimiento definitivo de La Proveeduría, el momento en el cual se convirtieron en un supermercado minorista. En Argentina, como de costumbre, eran tiempos de crisis, y en Comodoro Rivadavia empezaba a despegar un negocio que brindaría facilidades a los comodorenses.

“Mi hermano Eduardo, al volver de La Plata, ya habiendo concluido sus estudios universitarios, trabajó durante un tiempo en relación de dependencia como contador. Al tiempo, se fue al depósito que teníamos en el Barrio Industrial y creó lo que es realmente el depósito mayorista, el autoservicio mayorista. En paralelo, el local de la calle Ameghino seguía funcionando, y después llegó el local que antes era de Brazao, en la Yrigoyen. En Argentina empezó una crisis económica, no recuerdo el año la verdad, lo que sí me acuerdo es que la gente empieza a querer comprar al por menor. En ese momento nos transformamos en un supermercado minorista”, sostuvo Alberto Escribano.

Con el tiempo, la cadena local de supermercados se fue expandiendo. Primero nació el local comercial de la Avenida Kennedy y Patricios, luego el de la calle Martín Fierro y Kennedy. Más adelante en la línea de tiempo, “La Prove” llegó al barrio Próspero Palazzo. Así fueron pasando los años, y ese pequeño comercio de la calle Ameghino se convirtió en todo un emblema comercial de Comodoro Rivadavia, en una referencia para los comodorenses que buscaban aprovisionarse de los bienes de consumo más preciados.

“Felipe era un muy buen padre”

Alberto Escribano recuerda a su padre y se emociona. No llora, pero se emociona. Su voz se entrecorta y mira al periodista fijamente, como queriendo decir algo más, como queriendo dar otro mensaje. “Mi papá siempre tuvo alma de comerciante. Fue un luchador, un laburador de aquellos, incansable, un fuera de serie, ese fue mi viejo. Era un tipo que amaba a la familia; el dinero y la ambición nunca le hicieron perder la guía principal, que era su familia, y eso es algo que vale mucho. Se la pasaba laburando, pero cuando tenía un rato te aconsejaba, siempre hablaba con nosotros, nos ayudaba en todo lo que podía. Nosotros ya éramos tipos grandes, pero él nos ayudaba, nos daba una mano en todo lo que podía. Yo creo que era un muy buen tipo, pero sobre todo, Felipe era un muy buen padre”.

Felipe Escribano falleció en el año 1988, a la edad de 76 años. Es recordado en Comodoro Rivadavia como un pionero, como el hombre que sentó las bases de una de las empresas locales más famosas y recordadas por el comodorense. Fue un buen tipo, tal cual dijo Alberto Escribano.

Recientemente, se anunció la llegada a Comodoro Rivadavia de “La Cooperativa Obrera”, la firma que compró la tradicional cadena de supermercados local. Alberto Escribano se refirió a algunos pormenores de la operación y reveló los motivos de fondo que llevaron a él y el resto de su familia a vender. Crítico, afirmó que “en Comodoro no se cuida al comerciante local”, y resaltó uno de los requisitos que fueron condición sine qua non para vender la firma: “no podíamos dejar en la calle a 260 familias. Yo no hubiera podido cruzarme con ellos en la calle todos los días, no lo hubiera soportado”, confesó.

Ya no es noticia vieja que La Proveeduría pasó a manos de La Cooperativa Obrera, una institución fundada hace más de un siglo por un grupo de 173 vecinos de Bahía Blanca que resolvió unirse para constituir una cooperativa panadera que asegurara el precio justo, el peso exacto y la calidad del pan. La venta se concretó, pero con algunas condiciones de por medio. Una de esas condiciones fue que no se tocaran las fuentes laborales, un total de 260 familias que trabajaron desde origen en La Proveeduría.

“Fue una actitud tanto mía, como de mi hermano Eduardo. La Cooperativa estuvo dispuesta, nosotros propusimos esto y ellos aceptaron, si no hubiesen estado de acuerdo, hubiera sido muy difícil vender el negocio, no lo hubiéramos podido hacer. No podíamos dejar en la calle a 260 familias que trabajaron desde origen con nosotros. Yo no hubiera podido cruzarme con ellos en la calle todos los días, no lo habría soportado”, sostuvo Alberto Escribano.

El exdueño de La Proveeduría se refirió a los motivos de fondo que llevaron a él y su familia a querer vender el negocio familiar, y no se guardó nada a la hora de contar el porqué. “La situación ya no era la de antes, se produjo un desgaste psíquico y físico muy grande. Nosotros teníamos una estructura demasiado pesada, un total de 260 empleados en una ciudad que no cuida al comerciante local. Hoy se permite que cualquiera abra un negocio y no pague impuestos, o que pague la mitad o la cuarta parte.

Mientras tanto, a uno le siguen cobrando abasto, inspecciones, ingresos brutos, derecho de cartel, cargas sociales, aportes. Esto de lo que hablo, es algo que no le hace bien a nuestra ciudad, a la larga, la están jodiendo. Si alguien quiere venir a trabajar a Argentina, que venga, pero que respete las leyes. Un argentino no va a los países limítrofes a evadir impuestos, al contrario, cumple mejor que ninguno, con miedo. Acá es distinto, vienen y se ríen de nosotros”, planteó el entrevistado.

Todo está guardado en la memoria

Así decía León Gieco, que todo está guardado en la memoria. Y esto es algo que no deja de ser verdad, sin embargo, hay un interrogante que necesariamente hay que plantear: ¿hasta cuándo las cosas perduran en la memoria de la gente, en su retina? El heredero de Felipe Escribano resumió este tema así: “el paso del tiempo es algo irreversible. Dentro de diez, quince o veinte años, la gente ya no se va a acordar de La Proveeduría, el tiempo tapa todo. Yo creo que nuestra cadena de supermercados deja un mensaje claro en nuestra ciudad. La gente, lo que pudo ver con La Proveeduría, es que el comodorense medio podía triunfar, que el laburante podía crecer en su ciudad, que las personas humildes, de clase media, podían progresar de manera independiente. Pienso que La Prove va a durar lo que tenga que durar en la memoria de la gente, y después, por supuesto, va a desaparecer”.

Trabajo, constancia, permanencia e inteligencia

Estos fueron los cuatro consejos que dejó Alberto Escribano para las nuevas generaciones. Contador de profesión y uno de los grandes artífices de que La Proveeduría brillara durante tantos años en la capital petrolera, ese es Alberto Escribano. Reflexivo, concluyó la extensa entrevista con este diario aconsejando a los jóvenes comodorenses: “mi mensaje es que la vida hay que pelearla todas las mañanas, todos los días, con laburo, con constancia, con permanencia e inteligencia. En la vida hay que trabajar con un objetivo, forjar nuestro camino. Dicen que barco que sale sin rumbo, cualquier puerto le da igual, pero en la vida siempre hay que tener un rumbo. Parece muy infantil lo que digo, pero es algo muy real. Hay que navegar hacia donde uno quiere ir, y sobre todo, saber para qué queremos ir a ese lugar, porque de lo contrario, el primer mar de fondo nos puede tirar al diablo. Es importante saber para qué sale uno y por qué lo hace”, cerró.

 

 

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