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Aniversario de Comodoro

“Manolo” Fortes y casi un centenar de anécdotas vividas en Diadema

miércoles 23 de febrero de 2022
“Manolo” Fortes y casi un centenar de anécdotas vividas en Diadema
Manuel y la pluma con la que dibujaba.
Manuel y la pluma con la que dibujaba.

Ha visto crecer y fue partícipe del desarrollo de un barrio histórico de Comodoro, como tantos otros inmigrantes. Publicó un libro en el que cuenta la historia de Diadema y de la Compañía de Petróleo a través de versos. Con 95 años, aunque con una energía juvenil y un carácter inquieto, Manuel Fortes conversó con Crónica sobre su experiencia como trabajador y poblador de Diadema.

Diadema Argentina, o también conocido como “Kilómetro 27” por la ubicación de una de las estaciones del ramal ferroviario Comodoro- Colonia Sarmiento, es uno de los barrios más antiguos de Comodoro y se caracteriza por su tradición petrolera que nació de la mano de la empresa holandesa Shell a partir de 1920. Trabajadores de un crisol de nacionalidades arribaban a estas lejanas tierras en busca de oportunidades laborales y un futuro mejor. Portugueses, alemanes, holandeses, españoles y otros.

Entre ellos, Manuel Fortes, nacido en el pueblo de León, España, quien allá por el año 1952 llegó a Diadema por contrato de trabajo para trabajar en la compañía de Shell –Diadema Argentina. “Empecé como peón a prueba y llegué a ser jefe de operaciones”, dijo.

Lo primero que recordó Manuel, o Manolo como muchos le dicen, fue la rutina de trabajo en aquella época, donde se escuchaba una sirena a las 17:30 hs que indicaba el fin de la jornada laboral. “Eran las 5 de la tarde y todos a la casa. En ese entonces, me sorprendió que todas las chatas y coches tuvieran garaje, y una de mis primeras tareas fue abrir el garaje del jefe, un holandés.

El hombre que hacía esa tarea, era un italiano que se marchaba, y al verme me dijo: ´no sé Fortes si vas a poder abrir´.”

Manuel, que siempre fue de contextura chica, explicó que eran persianas enrollables, y que habían dado la orden de que estaba prohibido engrasarlas. “Yo espere a que se marchara y dije ´me importa un pito´, fui al garaje, agarré la aceitera de pico y engrasé todo. Después la podía subir con una mano”, exclamó entre risas.

Antes de llegar a Comodoro, Fortes estudió en la Escuela de Artes en Madrid y gracias a esa experiencia, también pudo desempeñarse como dibujante en la Compañía. Así, fue quien realizaba los mapas de la empresa, “un trabajo que había que hacerlo todo a pluma y tinta”. De repente y de un salto, se levantó y con pasos acelerados buscó el mapa y su vieja pluma. “Éste era un mapa de producción de la compañía. Los geólogos corregían y después yo lo iba adaptando a lo que querían”, explicó.

Cartelería de la Rifa de la Iglesia Santa Bárbara dibujada por Fortes.


Describiendo la conformación del barrio en relación a la Compañía, Fortes reveló el significado de una palabra histórica en Comodoro y que siempre la solemos escuchar: Gamela. “La palabra se remonta a los comienzos, cuando había muchos portugueses trabajando y a la hora de comer entre ellos se decían ´vamos a gamela´, y gamela quiere decir la comida de los chanchos o el lugar donde se les echa la comida a los mismos. Supongo que en los comienzos de los campamentos en aquellos años, ni la comida sería una maravilla, ni tampoco el lugar, de ahí la expresión de los portugueses. Los demás, en especial los «gringos» la adoptaron sin conocer su verdadero significado y quedó instituida”, dijo Fortes, algo que también explica en su libro.

En su discurso, aseguró que la vida en el barrio era tranquila, “aunque acá no quería entrar nadie, todo el mundo quería entrar a YPF, porque estaba cerca de Comodoro, en cambio aquí venias y no podías salir” y en relación al transporte agregó “había solo dos coches particulares en todo el barrio, y los demás eran de la compañía. Lo único que había era la autovía”.Fue así, que durante la conversación, Fortes recordó que conoció al Jefe de Estación. “Era el que vendía los billetes e incluso entregaba el correo también, las cartas que venían de Comodoro para Diadema, él mismo las entregaba”.

Libro “Diadema Argentina Nace un Pueblo”.


Un día, Fortes iba camino a su trabajo y vio que estaba la bandera flameando en la Estación; vale mencionar que en ese entonces, la bandera se ponía solamente en un acontecimiento importante. Le pareció muy raro, se acercó y preguntó “¿qué día es hoy que está la bandera en la Estación? A lo que le contestaron: “es que el jefe de la Estación, padre de solo mujeres, tuvo un hijo varón, y por eso puso la bandera”, compartió la anécdota entre risas.

“La Iglesia Santa Bárbara es única en la Patagonia”

Desde el punto de vista cultural, es destacable el rol social además de religioso de la Iglesia Santa Bárbara, con una fuerte presencia en los primeros años del campamento. Fue construida por decisión de las autoridades de la Compañía, quienes a solicitud de la comunidad salesiana, encargaron el proyecto en el año 1944 al Estudio de Arquitectura Sacra y Oficina Técnica de los Padres Salesianos de Buenos Aires.

Fortes, siendo testigo de diversos acontecimientos del barrio, participó de una rifa entre los vecinos para terminar de construir el techo de la icónica Iglesia, “única en la Patagonia”, según sus palabras. Fue él, el encargado de dibujar la publicidad de la rifa. 

“Se rifaban dos Volkswagen, tengo hasta el cartel. La rifa se hacía para poder hacer el techo de la Iglesia que hasta ese momento era de cartón”. Respecto a este tema, agregó, “por lo que yo pude averiguar, vino la compañía de Buenos Aires a trabajar, y el presupuesto no alcanzaba para terminar la Iglesia y aún no se había terminado la torre. Entonces dijeron: ´o no terminamos la torre o el techo se pone de cartón´. Entonces fue así, aunque no hay ningún sitio escrito sobre eso”, indicó.

“Nace un pueblo y con él todo un sin fin de luchas y desafíos aunados a la esperanza”

Rescatar del olvido los hechos que influyeron en la fundación de Diadema, fue algo que siempre dio vueltas alrededor de Fortes. Por esa razón, escribió “Nace un pueblo”, un libro que combina documentos salvados por él mismo de la destrucción de los archivos de la Compañía Diadema Argentina S. A. de Petróleo y recuerdos personales de su prodigiosa memoria. “En el libro está la historia de diadema, todo en versos. Escribí sobre la planta, la oficina, el campo, almacenes, talleres, la historia de la compañía y el barrio”.

Entre sus historias divertidas, en relación a la producción de su libro recordó: “en ese entonces estaba ya jubilado, aunque me contrataron luego dos o tres veces más. En aquella época no había computadoras como ahora que hay en todos lados. En la oficina solo había dos computadoras y una la tenía el que era jefe mío. Entonces me dijo ´yo le dejo la computadora, usted escriba ahí´, y empecé a escribir el libro. Un buen día con el pie, lo desenchufé y la pantalla se volvió totalmente negra y todo lo que había escrito se había esfumado, hablé desesperado con uno que sabía mucho de computación y me dijo que ´no toque la maquina, yo te la recupero´. Por suerte él me lo recuperó todo”, rememoró.

Fue así, que siendo testigo del desarrollo de Comodoro, y con una mente prodigiosa, Manuel Fortes rescató en todo momento durante la conversación con Crónica, aquellas vivencias que forjaron un futuro que es actual y siempre con ese deseo de que no se pierda la historia de Diadema y de la ciudad.

Con información de Bienes de Valor Patrimonial MCR

 

 

 

 

 

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